CAPÍTULO 25

5.3K 308 67
                                    

Me doy la vuelta lentamente para enfrentarme a él.

Pero él pasa por mi lado dirigiéndose a su silla.

Entonces me vuelvo a voltear y lo encuentro sentado con sus ojos puestos en mí.

Me acerco para sentarme pero su voz m detiene.

-No he dicho que puedes sentarte-asevera y yo trago saliva totalmente nerviosa y algo molesta.

Entonces me quedo parada frente a su escritorio.

Se queda observándome y empieza a ser muy incómodo sumado al silencio perpetuo que nos rodea.

-No vuelvas a desobedecerme-gruñe en un tono de voz neutro, seco.

Lo veo y empiezo a jugar con mi reloj, nerviosa.

-Doctor yo...

-¿¡Quedo claro!?-grita haciéndome saltar en mi lugar y callar de inmediato.

Asiento y veo a otro lado.

-No te he oído-habla fuerte y claro.

-Si-murmuro viendo en otra dirección.

-Es de mala educación no ver a la persona con la que estás hablando, ¿sí que?-dice y me siento avergonzada.

Lo veo y lo encuentro con el rostro severo esperando una respuesta.

-Sí, quedo claro-le digo y él asiente.

Nada, pura seriedad en sus facciones duras.

-No vuelvas a meteré entre una enfermera y el paciente, no me importa el motivo, una vida estaba en juego, se consiente del lugar en el que estas-sus ojos sueltan llamas y su voz destella furia.

-Lo siento-murmuro al comprender que mis actos no fueron los adecuados, no fueron para nada buenos, todo lo contrario.

-Es un hospital, señorita Haler, no un libro, no una fantasía, esto es la vida real, no se haga ideas, obedezca, no piense ni deduzca, observe, apéguese a los hechos, ¿entendió?-pregunta y yo asiento pero veo que eso lo hace fruncir el ceño, mi gesto lo pone as molesto, si es posible.

-Sí, entiendo-murmuro y sigo jugando con mi reloj.

-Bien-dice y él silencio vuelve a envolvernos.

Solo se escucha, un poco lejano, el sonido de los autos al cruzar por la calle.

La lámpara ilumina su escritorio y parte de sus manos que están unidas sobre este con un reloj que parece de lujo posado en su muñeca izquierda con demasiada elegancia.

Mis ojos suben por sus muñecas, por la bata blanca y luego por su cuello hasta que mis ojos se detienen por un segundo en su fuerte mandíbula y sigue subiendo hasta que llego a sus ojos.

Entonces recuerdo algo y mi boca no se para a pensarlo sino que decide soltarlo.

-¿Me está regañando solo por lo de la enfermera o hay algo entre líneas?-le pregunto y por un segundo noto un atisbo de sorpresa en sus ojos pero luego se vuelven más fríos, más incomprensible y difíciles de leer.

-¿Debería de regañarla por algo más?-pregunta y se reclina en sus silla sin despegar su vista de la mía.

-No-afirmo y entonces él asiente.

-Entonces no-contesta y yo asiento.

Pero mi mente se sigue haciendo demasiadas preguntas pero no soy tan valiente para hacerlas, sino que las dejo ocultarse en mi cabeza.

Porque al parecer me he pasado hoy, me extralimitado.

-¿Me puedo retirar?-pregunto sin verlo.

Observando de nuevo sus grandes manos y los detalles en su escritorio, intentando encontrarles algún significado, otra vez, a las líneas talladas pero no hay nada.

ENTRE SANGRE Y TINTA (TERMINADA) √Where stories live. Discover now