Cuatro

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—Ahora más que nunca, prometo quedarme a tu lado. No me importa cuántas veces mis padres me reprendan, ni mucho menos si terminan odiándome. Siempre estaré contigo y te aseguro que encontraremos una solución para esto —le dije mientras acariciaba suavemente su mejilla, justo donde el golpe era más grande.

Sentí cómo se tensaba por mi gesto y cómo se quejaba levemente por el dolor que le causé. Sin embargo, no alejó su mano; solo me observó durante largos segundos, como si buscara algún rastro de mentira en mí, algo que nunca encontró.


Una lágrima resbaló por su mejilla, y una linda sonrisa se dibujó en sus labios. Un débil “gracias” salió de su boca. Luego, ambos nos abrazamos. Fue algo muy espontáneo, nuestro primer abrazo, pero nos sentimos bien. La calidez que ambos desprendíamos y el cariño que expresamos con ese gesto dejaron claro una cosa: nuestra amistad no se rompería tan fácilmente, y ambos estaríamos allí el uno para el otro.

Le prometí que haría todo lo posible por protegerlo, y él hizo lo mismo. Lástima que solo uno de nosotros logró mantener esa promesa.

SIN GRACIA • Park Jimin  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora