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Ship: Deamus
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Nunca le gustaron las ferias, es más, las odiaba. Siempre las había odiado, pero al conocer a Seamus su odio hacia las ferias disminuyó considerablemente. Estar con Seamus era como ir a una feria, jamás sabías con lo que te ibas a encontrar.

Era como dar vueltas y vueltas como un caballo en un carrusel. Un día era una escapada sorpresa escurriéndose entre las entrañas del castillo para saltarse la aburrida clase de historia de la magia, otro día era despertarse a la mitad de la noche para escabullirse a las cocinas a robar toda la comida que les fuera posible para crear recetas "exóticas". Estar con Seamus significaba estar dispuesto a ser espontáneo y relajado, cosa que le había costado un poco al principio, pero después de tantos años con él, sería estúpido que no conociera a su mejor amigo.

Seamus era totalmente impredecible, pero Dean tenía esa capacidad inusual de saber leer a su amigo, si bien no siempre sabía cuál sería la próxima desventura en la que el chico los metería, poco a poco desarrolló un sexto sentido que le facilitaba lidiar con la inestabilidad de Seamus.

Pero nunca se preparó para lo que sucedería aquella tarde de verano. Habían ido a la celebración de la Copa Mundial de Quidditch 1994, aquel primer día se habían dedicado a comprar todo lo que se les pusiera enfrente; chucherías, dulces, banderines e incluso algunos muñecos de los jugadores que asistirán a la competición de ese año.

Se encontraban sentados fuera de la tienda de campaña que los padres de Seamus habían armado, siendo iluminados por la tenue luz del ocaso.

—... y con estas pastillas se supone que tu voz se amplifica, para que tus porras se escuchen en todo el estadio— decía Seamus emocionado mientras sacaba de su morral todas las cosas que había comprado.

—Lo sé, Seamus, te acompañe a comprarlas— rió Dean. Seamus solía hablar tanto que a veces repetía las cosas sin darse cuenta.

—Cierto— sonrió el chico —. Me gustaría que hubiera unas pastillas que te dieran confianza.

—¿Confianza?

—Si— soltó bajando la mirada —. El valor para hacer algo.

—¿Valor? ¡Pero si tu eres la persona más valiente que conozco!— dijo, y no lo hizo por quedar bien, Seamus era la persona más valiente e impredecible que conocía, y aunque eso a veces podía ser contraproducente, la mayoría de veces era una cualidad que amaba de su amigo.

—No para esto en particular— se quejó el chico, intentando gesticular de una manera que se entendiera lo que trataba de decir —. Es solo que para esto se supone que hay una manera correcta o incorrecta de hacerlo y- es algo que enserio quiero hacer, pero me da miedo arruinarlo y- y- no sé qué hacer.

—¿Y desde cuándo haces las cosas de la manera convencional? Solo hazlo. Tu manera de hacer las cosas es especial— dijo levantando con los dedos el mentón del chico, haciendo que sus miradas se conectaran.

—¿Y si lo arruino?

—No lo harás.

Seamus lo miró unos segundos mientras una tímida sonrisa se asomaba por sus labios, y Dean estuvo seguro de que la sonrisa de su mejor amigo era la cosa más pura que había en el universo.

No sabría cuándo y tampoco recordaba muy bien el cómo, pero lo que sí recordaba a la perfección era sentir los labios de Seamus sobre los suyos. Besándolo hasta que el sol se ocultó en su totalidad.

A partir de aquella tarde, los besos y caricias se volvieron su compañía. No era que fuesen novios o algo por el estilo, sus besos eran solo eso, besos. Sin etiquetas ni cursilerias, solo era una amistad que había tomado un rumbo... diferente.

CryBaby [Fictober 2021]Kde žijí příběhy. Začni objevovat