Asbret, se acerco con cautela, acomodando un cobertor mas grueso sobre la mujer, preocupándose de no dejar los pies destapados y los brazos igualmente abrigados.—Vive y y conviértete en aquella muñeca de trapo que mi hijo necesita.

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Al día lo siguiente, lo primero que escucharon del nuevo integrante fue un pequeño grito de susto. Quien al despertar en un lugar ajeno a su realidad, grito de miedo, llamando a Izuku desesperadamente.
Para su calma, su querido heroes llego rápidamente y con sus brazos lo aseguro en un calido abrazo y una dulce sonrisa.

Cuando Kota dejo de sollozar, se sento avergonzado a unos centímetros lejos del mayor, quien intentaba controlar las ganas de abrazar al pelinegro. —¿Dónde estamos?

—En tu nuevo hogar.—Respondio Izuku, mientras le empezaba a narrar sobre su nueva familia. Le conto sobre su padre, su pareja y amigos. Tambien sobre que los sirvientes eran igual parte de la familia y que habia muchas habitaciones para distintos motivos; como un salon de juegos, una biblioteca, jardín interior entre otros cuartos.

Mientras lo hacia, lo habia tomado de la mano guiándolo por el pasillo,; no sin antes colocarle las zapatillas de interior; señalándole las habitaciones importantes, algunos cuadros que decoraban las paredes. Para Kota parecía un verdadero laberinto, uno hermosos pero extremadamente fácil de perderse, por eso intento no alejarse ni un segundo de su héroe, mientras caminaban.
Bajo algunas escaleras y siguió por unos pasillos para llegar a un gran cuarto con una mesa larga y multiples sillas, en las cuales se encontraban ya varias personas.

Todos fueron presentados adecuadamente, aunque los ojos oscuros del menor se quedaron fijamente en los dos alumnos que habia visto en el campamento. No pensó que ambos conocieran a Izuku, pero a pesar del rechazo innato que formo a su alrededor al verlos, no le juzgaron, mas bien se presentaron cordialmente y se sinceraron con sus pensamientos; suavizando los muros del menor.

—Kota.—Lo llamo Asbret, sonriendo al notar al menor dar un pequeño salto en su asiento.—Como ya te dijeron, soy el padre de esta familia y si quieres puedo ser un tío, un padrino...o incluso tu abuelo. Tu puedes decidir.

Kota sintió un cosquilleo en su interior, los ojos de aquel hombre le demostraban un cariño que anhelaba desde el fallecimiento de sus padres, y que solo una querida adulta le habia otorgado adecuadamente. —Esto yo...— Y antes de hablar, se acordó de lo sucedido, del bosque quemarse, del humo ahogando las plantas, de su tia priorizando a sus alumnos y el miedo congelante al tener al asecino de sus padres ante el. Todo ello se represento con un temblor ligero en su cuerpo, un dolor en el pecho y unas ansias enormes de hacer algo con sus manos, por lo que inconscientemente empezó a rasguñarse los brazos.

—Hey, yo estoy aquí. —Izuku tomo con delicadeza sus manos, acariciando las zonas que se habían enrojecido.—Todos estamos aquí.

Sollozo, ocultando su rostro en el pecho de su protector, ahogando sus penas en el cálido ser ante el. Sintiendo como todas las miradas a su persona eran de compresión y aprecio.
Asi se quedo unos minutos antes de desayunar como correspondía, en los brazos de su héroe.

El tiempo paso y cada uno debía hacer sus actividades. Kei, el hermanito de Neito decidió tomar el papel de hermano mayor con Kota y enseñarle toda la casa y la cantidad abismal de juegos que podrían hacer juntos. Aquello calmo a todos, permitiéndoles continuar sus camino con mayor tranquilidad.

Sol NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora