• CAPÍTULO 76 •

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»Es apenas una niña« pensaba »Necesita de alguien, necesita no sentirse sola«

—¿Estás bien? —le pregunta y la castaña niega lentamente mirando el suelo hundida en sus miles de preguntas.

—¿Qué es lo que tiene Valentina que yo no?

—¿Valentina? ¿La amiga tuya?

—Ella... ella se enamoró de mi hermano y lo tuvo comiendo de sus manos en dos segundos. Ella formó su familia por un tiempo con mis sobrinos, era feliz, era amada. ¿Por qué ella y yo no? A ella nunca le ocultaron nada, Hermes tampoco sabía sobre sus hijos.

La decepción se notaba en su tono de voz. La ira, la tristeza y la angustia. Todo en un simple segundo se le había venido encima.

—No es que algo no esté bien contigo, simplemente no se dió con este hombre pero no quiere decir que no se te dé con alguien más —la rubia trata de animarla—Tal vez no has encontrado el final de tu hilo rojo del amor.

—Ya no creo en esas tonterías.

—No te rindas.

—No me quiero rendir pero... ya me cansé —intenta retener las lágrimas y aunque lo consigue, ella quisiera desahogarse—Esta no es una vida, el viajar y asesinar no es vida, el vivir en moteles asquerosos porque prefiero estar en las sombras no es vida.
Si, me divertí, pero ya no quiero sentir dolor señora Medina, yo... quisiera desaparecer, tal vez quisiera irme muy lejos y comenzar otra vida con otro rostro, otra identidad, eso sería muy bueno.

—No puedes desviar tus problemas, te conozco, eres una mujer valiente que no se permitirá esconderse detrás en la oscuridad para toda la vida.

Y es ahí, donde a la castaña se le prende el foco.

—Me casaré con Harry.

—¿Qué? Yo no, no me refería a eso.

—Mi felicidad es Harry, me casaré con él.

Doce horas después, la señora Carmen no podía entender con claridad lo que pasaba.
»Necesita sus pastillas, se está volviendo loca« era lo que pensaba. O más bien, era lo que pensaban también sus amigos porque Karol ya no era la misma. Karol se había vuelto una psicópata, una asesina serial, una drogadicta con control.

La mujer miraba toda la escena. Habían muchos hombres asiáticos con los bolsillos repletos de dinero por el buen trabajo que le estaban haciendo a Karol.
Estaban en un almacén, amplio, decorado como si fuese en realidad una boda de verdad pues así lo había ordenado la mujer con dinero.

»Es mi día« se decía una y mil veces la castaña »tengo que verme feliz, soy feliz«

Estaba a doce horas de iniciar la ceremonia, la mujer se veía radiante con su peinado tan elaborado. Se había arreglado para su hombre, para su prometido.

Medina entra al lugar donde ella se encontraba en aquel almacén y vió en sus ojos un toque de loquera.
Pero no, ella no estaba loca, Karol estaba perfectamente bien mentalmente, ella lo único que tenía era el corazón roto. Cosa que nadie podía entender, porque nadie sabía cuánto amor le había entregado a Harry.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now