Capitulo once

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Cuando La panza de Jimin se hizo más grande, se puso bastante pegajoso. No es que realmente me importara, me gustaba sentir la necesidad de siempre estar cerca de mí.

—Jungkook, ¿podrías abrazarme? —preguntó una noche mientras estábamos en la cama.

—Te estoy abrazando.

—No, quiero decir acurrucarnos —dijo, deslicé mi mano a su trasero, mientras que la otra la dejé en su posición debajo de la almohada.

—Gracias —tarareó, inmediatamente cayó dormido. Yo no me quedé dormido enseguida.

Me quedé escuchando el sonido de su respiración y cómo hizo pocos suspiros mientras dormía. Era tan lindo de escuchar. Estaba de seis meses o 24 semanas, y su estómago estaba empezando interponerse entre nosotros cuando más cercanos queríamos ser. Supuse que tendríamos que comenzar a acurrucarnos más temprano que tarde.

Mientras él estuviera a mi lado, no me importaba cuál era la posición en la que durmiéramos. Sentí sus nalgas mientras él empujó su cara en mi pecho, era tan bueno presionando su culo contra mi entrepierna mientras que yo enterraba mi nariz en su cuello.

Realmente apestaba el hecho de que no podía ver como transcurría su embarazo. Nunca había deseado que mi vista funcionara tanto antes.

—Jungkook, el bebé está pateando —Jimin me decía mientras apretaba mi mano contra su estómago.

Me gustaba sentir los movimientos oscilantes de nuestro niño con el ceño fruncido.

— ¿Por qué siempre haces eso? —preguntó refiriéndose a mi ceño fruncido.

—Me gustaría poder verte —susurré—. ¿De qué color son tus ojos, Jimin? —suspiró tamborileando con los dedos en la mano.

—Azul, son azules como el océano. Me han dicho que son del mismo color que el Mar Caribe.

—He escuchado que es un color precioso, el azul. Espero que él tenga tus ojos —habíamos
descubierto la semana pasada que era un niño.

Tanto Jimin y yo nos quedamos sorprendidos al respecto. Siempre había querido un niño.

—Tendremos que esperar y ver —me acarició la mejilla y llevó su pierna sobre mi regazo—. Ahora, mis tobillos se han hinchado hasta el doble de su tamaño normal y todo es tu culpa —reí sintiendo hacia abajo hasta que su pierna estaba debajo de mi alcance, entonces me deslicé hacia abajo, a su pie y empecé a frotar. Tarareó en señal de aprobación.

—Olvídate de ser maestro de Braille, deberías de haber sido masajista.

— ¿Un qué?

—Alguien que hace masajes a personas —asentí comprendiendo.

—Jimin ¿qué nombre vamos a ponerle? —suspiró pensando.

— ¿Qué hay de Kookmin?

—No, sería raro y todo —él resopló con fuerza.

—No sé, ¿qué hay de Jeongguk?

— ¿Jeongguk? ¿Con dos jeon?

— ¿No te gusta?

— ¿Que tal jungmin?—hubo un minuto de silencio antes de que Jimin respondió.

—Sí, eso suena bien. Es elegante —reí y él se inclinó para darme un beso—. Por favor,
jungkook, tu hijo pone demasiada presión en mis pulmones, siento que no puedo respirar.

—No es como que le podamos regañar —murmuré y él suspiró.

—Vamos jungkook, puedes ver perfectamente bien cuando utilizas tus manos —dejé de frotar sus pies—. Está bien —se puso de pie y gruñó bajo antes de venir a mí. Extendí una mano hacía él y él la agarró antes de sentarse en mi regazo.

Te sientes como en casa. - KOOKMIN Where stories live. Discover now