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nadie le había dicho a mila que mudarse iba a ser fácil, dejar su perfecta y acomodada vida en osaka para volver a bangkok casi inhóspito le resultaba más que emocionante, angustiante. para su fortuna y la de su hermana, su padre les proporcionó todas las posibilidades que pudieran requerir.
desde su antigua mansión hasta autos lujosos.
así que no fue sorpresa que ni siquiera habían tocado suelo tailandés cuando su madre le informó que estaban los tres inscritos a la prestigiosa köcher high school de tailandia, la escuela que formó a sus padres y tíos. rogaba al cielo que todos fueran tan buenos como en su anterior escuela, aunque cualquiera es bueno teniendo de frente a la hermosa mila furhman.
la mañana de su primer día se despertó animada, encontrándose al bajar las escaleras con un hiro usando el feo uniforme escolar pero con su toque de estilo personal, mientras removía algo dentro de una sartén puesta al fuego de la estufa.
— buenos días, hiro. — el chico se dio la vuelta, saludándola con su dulce sonrisa.
— buenos días, mila. — tras un par de vueltas más con el cubierto, apagó el fuego y se giró por completo para observarla. hiroki hamada era el asesor personal de la joven cuando de moda se trataba, sin embargo, esos uniformes parecían hacer sido confeccionados por el mismísimo lucifer. — esa falda no te queda mal, tus piernas son largas y la estilizan. — comentó acercándose para acomodar el cuello de la camisa blanca que iba por debajo del chaleco verde sin mangas. — esta cosa es horrible. — objetó tirando de la tela verdosa con un dedo. — quítatelo, abre los primeros tres botones de la blusa y ponla dentro de la falda. —
— está bien, papá. — mila rodó los ojos, sacándose el chaleco por sobre los hombros y siguiendo las instrucciones de su mejor amigo.
— la mocosa de lime nos hará llegar tarde, debí haberla despertado con agua helada por darme una bofetada ésta mañana. — la castaña ocultó una risa tosiendo descuidadamente, sabía lo mucho que hiro apreciaba su rostro.
