Capítulo 39:

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Las uñas del muchacho estaban desapareciendo en su boca de tanto morderlas. Sus nervios eran evidentes, y es que habían estado esperando más de tres horas.

Sus padres habían tenido que salir de urgencia tras recibir una llamada. Había pasado aproximadamente una semana desde que Niall había encontrado al bebé abandonado en la calle, la policía se estaba haciendo cargo del caso. Y curiosamente los dos hombres que lo habían interrogado por el caso de Patrick Daniels fueron los mismos que le tomaron la declaración al llegar a la escena del crimen poco antes que sus padres también llegaran.

Había sido un extraño episodio en su vida que estaba intentando olvidar, pero era difícil, en especial por las noches, porque siempre que cerraba los ojos veía la bolsa de basura negra y el bebé ahí dentro, recurrentemente tenía pesadi pero ll al as en las que escuchaba el llanto de un bebé correr a abrir la bolsa donde estaba nunca podía llegar a ella, en otro sueño se veía cargando al feto ensangrentado muerto, y la peor era la de un hombre encapuchado golpeando con un bate de béisbol la bolsa con el bebé dentro.

No le había contado a nadie sobre su problema para conciliar el sueño, mucho menos sobre sus pesadillas, aunque sus padres no le cuestionaron por no ir al instituto durante esos días, suponía que las ojeras bajo sus ojos y su falta de apetito eran respuesta. An Vené incluso le había mencionado que en ocasiones parecía perdido, lo curioso es que cuando se lo dijo el chico pensaba en todas las extrañas situaciones en que se encontraba, como el interrogatorio sobre Patrick Daniels, el raro encuentro con Liam, el bebé abandonado en una bolsa de basura, y lo más extraño aun, lo que Judith Moore le había dicho esa misma mañana al encontrársela de casualidad al ir a recoger a su hermana de la escuela.

Había sido extraño verla, pues no fue hasta ese momento que notó su ausencia en el instituto las ultimas semanas, la chica era completamente diferente a la que en más de una ocasión intentó quitarle el novio. La ropa que vestía era tan holgada que eso sólo hizo mas notable su delgadez, tenía ojeras, ni siquiera iba maquillada, y lo peor era la expresión en su demacrada cara, parecía terriblemente triste, asustada y preocupada. Y la advertencia con la que había dicho cada palabra lo había dejado pensando y analizando.

Intentó enfocar lo que realmente sus ojos estaban mirando, las extrañas figuras cafés pintadas en los azulejos blancos del piso de su casa. Alejó sus pensamientos casi de inmediato cuando al llevarse una mano a la boca vio que la mayoría de sus uñas habían llegado hasta la cutícula, detuvo ese movimiento y se mordió ligeramente los labios, pues algunos de sus dedos empezaban a sangrar.

Acomodó su cabello hacia atrás en un movimiento, apenas notando que su pierna izquierda se empezaba a mover impaciente, siendo levantada por su talón. Soltó un bufido y se levantó del sillón empezando a caminar en círculos, se llevó de nuevo los dedos a la boca, aunque ya no tuviera uñas que morder.

—Niall, cálmate —le dijo An Vené mirándolo, la niña estaba sentada en el segundo escalón de las escaleras. Niall notó su presencia con un sobresalto—. Ya regresarán.

—¡Es que no puedo! —le respondió impaciente.

—Intenta distraerte.

—Tampoco puedo —mencionó encogiéndose de hombros.

—Distraído es como has estado toda la semana, creeme.

—No es cierto —murmuró.

La pequeña rodó los ojos y se puso de pie para dirigirse a la cocina, entonces ahí se dio cuenta de a lo que se refería su hermana, había estado tan distraído y sumido en sus pensamientos que ni siquiera había notado el cachorro que la niña cargaba, y que todo ese tiempo había estado en sus brazos. El muchacho la siguió con la mirada y luego caminó detrás de ella, porque apenas recordaba que había olvidado recalentar la comida que su madre había dejado para que comieran.

¡Y todo por una apuesta! |Niam| (Reescrita)Where stories live. Discover now