༄ 𝑇𝑜𝑑𝑜𝑟𝑜𝑘𝑖 𝑆ℎ𝑜𝑡𝑜.

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Para ser sinceros, tu trabajo como psicóloga iba bastante bien hasta el día en que te propusieron trabajar en una cárcel para hombres. Al principio, claramente, te negabas rotundamente, pero una vez que te dieron los detalles, ahí lo pensaste de nuevo. El monto que te iban a pagar, sumándole a que ibas a hacer lo que te gusta, te terminó por convencer.

Los primeros días tocaron pacientes con problemas o situaciones bastante manejables, como de costumbre. Algunos con problemas de ira, psicópatas, homosexuales del closet, dificultades con su identidad de género, vaya, lo sabías controlar, hasta el momento en que te asignaron un paciente fijo. Su nombre es Shoto Todoroki, un hombre de 21 años, pirómano, depresivo y condenado a 30 años por quemar viva a su familia completa.

Las primeras sesiones fueron bien. Él sólo se descargaba hablando, siempre mantenía la calma, pero a veces decía que sentía la necesidad de provocar incendios. Con el paso del tiempo, habían formado una relación más allá que médico y paciente, ahora eran como amigos muy cercanos. A tu parecer, Todoroki era muy inteligente y firme al hablar. Muchas veces te había confesado lo bien que se siente a tu lado, que eres uno de sus pilares importantes ahora y que eres extremadamente bella a sus ojos. Su trato contigo poco a poco te envolvía, haciendo que te interesaras mucho por él, a tal punto de pasar bastante tiempo en la cárcel, hasta que te diste cuenta que te gusta, te habías enamorado.


Ahora te encontrabas de camino al lugar de siempre, pero con algo diferente, te sentías nerviosa. Estabas viviendo las famosas "mariposas en el estómago", tenías muchas ganas de verlo, escucharlo hablar, que te mire con esa profunda mirada, aunque uno de sus ojos estaba tapado por un parche. Que acaricie tu mano y poder presenciar esas sonrisas que se le escapaban muy de vez en cuando.


Al llegar, autorizaron tu entrada y el chófer te dejó en la puerta del lugar. Te hicieron un pequeño chequeo para asegurarse de que no entraras con cosas sospechosas y te dejaron seguir, entrando por fin a tu consultorio. Una vez organizada, comenzaste a llamar a los pacientes con citas previas, hasta que entró el último, Shoto.

─ Doctora _____, preciosa como de costumbre. He de decir que hoy no tengo nada para hablar, solo quiero pasar unas horas con usted y mirarla. ─ El mitad pelirrojo tomó asiento frente a tu escritorio y al pasar por su lado, tomó tu muñeca, besando el dorso de tu mano y mirando fijamente a tus ojos.

─ No me parece mala idea, pero podríamos hablar de otra cosa que no sea lo de siempre. ¿Tiene algo reciente para decir? ¿Algo que siente, vive? ─ Tu mano acarició su cabello y bajó hasta su mandíbula, haciendo pequeños círculos con el pulgar.

El contacto físico ya era costumbre entre ustedes, así que no los incomodaba. Tus piernas se movieron hasta detrás de tu escritorio y te sentaste, mirando fijamente a tu amado, esperando a que dijera algo. Habías ido con intenciones de poder decirle tus sentimientos o, por lo menos, darle un par de indirectas.

─ Tal vez si, hay algo que estuve sintiendo últimamente por alguien y la he conocido aquí. ─ Tu corazón dio un pequeño vuelco ante la posibilidad de no ser la persona del que él hablaba. Su mirada se encontraba perdida en algún lugar del consultorio, pero rápidamente se posó en ti.
─ Es una mujer, no más alta que yo, de cabello color _____, ojos color _____ y es doctora, psicóloga para ser más específicos. Me gusta usted, doctora. Ese pensamiento no salió de mi cabeza en las últimas semanas y me di cuenta que me he vuelto loco, por usted.

↳ 𝑂𝑛𝑒 𝑆𝘩𝑜𝑡𝑠. // 𝐵𝑜𝑘𝑢 𝑛𝑜 𝐻𝑒𝑟𝑜 𝐴𝑐𝑎𝑑𝑒𝑚𝑖𝑎.Where stories live. Discover now