—Si, le he dicho que no iría.

—Qué bueno —me sonrojo cuando por fin me sigue el beso profundizándolo más. Mi entrepierna comienza a hacerme cosquillas y de repente lo quiero conmigo a solas como anoche—¿Tienes muchos amigos aquí?

—Si, son muy amables.

—Ya veo —toca mi pierna—No quiero que tengas amigos hombres —iba a protestar, pero me vi distraída por sus besos descendiendo a mi cuello—Eres muy linda, ellos no buscan amistad contigo, ellos buscan algo más.

—Simón... —jadeo, su mano se mete a mi falda—Simón estamos en el auto.

—Nadie nos ve —sonrío, tiene razón—No tendrás amistades masculinas, ¿verdad?

—Ah...

—¿Verdad?

—Si tú no quieres que tenga, no las tendré.

Nos separamos de golpe cuando Madison se sube al asiento trasero. Mis mejillas arden con intensidad y el pantalón de mi novio parece que va a explotar.

—¡Hola cuñado! —Simón palidece—¡Vámonos!

—¿Le contaste a tu hermana? —asiento sonriendo—Lily, te dije que no se lo debíamos de decir a nadie.

—¿Cuando hablabas de nadie también te referías a mi hermana? —me fulmina—Oh, ya veo.

—¡Lily y yo somos una misma! Tú tranquilo que su secreto está a salvo conmigo.

Mi hermana y yo nos miramos por el espejo retrovisor sonriéndonos. Simón bufa frustrado pero decide no decir nada, se dedica a conducir.

Al llegar a la mansión en el living estaban todos con un montón de cajas con creo que documentos con el logo del FBI. Parecían todos concentrados en el living, que decidimos no llamar mucho la atención.

—¡Ruggero, avísale a tus matones de Collins y Morris que nos iremos a cambiar para ir a las malteadas!

—Oh, Madison... yo no iré —le digo.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Tenemos mucha tarea, es mejor quedarme a hacerla.

—Pero, ¿prefieres hacer tarea a salir?—asiento—¿Qué te pasa?

—¡Deberías de aprender de Lily! —le grita Ruggero—Ella casi no me da dolor de cabeza como tú.

—¡Te quiero Ruggero! —mi hermana se ríe y sigue con su camino—Debiste de avisarme de que no irías, no apenas a unas horas de ir.

—Se me ha pasado.

—Eres muy aburrida.

—¡No soy aburrida!

—¿Ah, no? —cuando mi hermana sonríe de la manera que lo hace ahora, sólo tiene una explicación. Dirá algo estúpido—Escapémonos esta noche al antro.

—¿No has aprendido nada? La última vez que nos escapamos tú terminaste drogada.

—Ahora llevaremos pistolas ambas, y mantendremos las precauciones. Necesitamos ir las dos para cuidarnos entre nosotras.

—Yo no iré Madison.

—Entonces iré yo sola.

—No, no puedes ir sola. Es peligroso.

—Da igual, como quiera me escaparé.

—¡Madison! —le susurro—Es peligroso.

—Es peligroso si sólo va una, pero si vamos las dos y tomamos precauciones, no.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now