Omega

3.1K 256 80
                                    

Cualquiera que sea el que haya dicho que los omegas eran indefensas criaturas a las que cuidar por ser incapaces de cuidarse por si mismos era un reverendo idiota.

Los alfas eran bruscos, terriblemente tuscos también, agresivos y territoriales, también ese insano sentimiento de pertenencia que ejercen sobre todo y todos lo que los rodea, teniendo como consecuencia la fácilmente se enojen cuando sienten que están invandiendo su propiedad y/o tratando de meterse en su camino. La cima de la piramide, es todo de acuerdo a eso. No era raro ni anormal ver a dos alfas prácticamente matarse a golpes sólo porque uno haya dejado cruzado una línea marcada por el otro.
Cuando los alfas peleaban gruñian, rugian y golpeaban con tremenda fuerza, lo mejor no era intervenir porque era imposible razonar con ellos.

Bueno, su contraparte eran los omegas, criaturas capaces de engendrar sin importar el sexo y cuyas feromonas tenían los aroma más dulces y adictivos para así poder encantar a un alfa o comunicar su estado de ánimo a los demás. Criaturas con un fuerte instinto maternal y paternal ante los más pequeños o que a sus ojos pudiesen ser considerados como cachorros. Así como una temporada de celo donde su aroma se volvía el afrodisíaco más fuerte para cualquiera que estuviera cerca y con una alta pre disposición a ser anudados, llegando a ser una necesidad, durante el celo era que podía marcarse a un omega.

La familia perfecta era un alfa, un omega y cachorros con un lazo de por medio felizmente casados.

Nada mal, solo había un pequeñísimo problema...

—¡ALEJA TU MALDITA PESTILENCIA A PERFUME BARATO DE MÍ! ¡JODIDO IDIOTA!

... Los omegas eran de todos menos sumisos.

Los merodeadores vieron con toda la calma del mundo como aquel omega pelinegro hechizaba sin piedad mientras se tapaba la nariz al idiota que creyó que podría llegar a algo vertiendo sus feromonas sobre él. Totalmente iracundo y sin fijarse en una mierda, los omegas a su alrededor e incluso alfas sólo veían la escena sin entervenir, los omegas porque lo veían venir y los alfas porque no querían correr con la misma suerte, en cuanto a los betas....ellos simplemente querían un día de paz.

Era el 5 del mes.

Sirius veía eso con el orgullo hasta el cielo, él era un alfa dominante que tenía uno de los olores más atrapantes de la escuela, esa privilegiada postura sólo hizo que su preocupación por su hermano menor incrementará. Regulus era su hermano menor por un año, manifestado como omega de clase alta, casi llegando a omega dominante, lo cual era terriblemente raro, tenía una de las fragancias mas refinadas y dulces como feromonas, enorgulleciendo a su madre porque su pequeño hijo era un omega que hacía justicia a su casta. Sirius siempre tuvo ese instinto de protección hacia Regulus, aún más después de la presentación, y verlo defenderse de un alfa cualquiera sin piedad le era... indescriptiblemente satisfactorio.

Regulus resoplo enojado cuando creyó que era suficiente y haciendo un claro gesto de desprecio, acomodo su cabello y ropa para retirarse del lugar con mentón el alto.

—¿Ves? A eso te enfrentas— se giro para ver a su mejor amigo que veía todo con ojos abiertos, bastante sorprendido del diversión arenal se magia que tenía el menor de los Black a su disposición.

Ese mismo día su mejor amigo le había confesado que quería cortejar a Regulus. La verdad no le agrado tanto pero la noticia pero tras pensarlo unos segundos, pensaba que no había mejor alfa para su hermano que su amigo, alguien a quien conocía y sabía que podría respetar y adorar a Regulus como se lo merecía...

... Sí Regulus no le lanzaba un Avada apenas se le acercara.

Remus no pudo evitar reír, sip, sería todo un caso tratar de cortejar a un omega como Regulus que no estaba para juegos, satisfacerlo o siquiera tener su atención por más de unis seguinos iba a ser todo un desafío.

One-shots HP (primera generación) Where stories live. Discover now