c i n c u e n t a y c u a t r o

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—Ese es el problema, no deberías estar acostumbrada.–soltó con preocupación.–Me duele verte sufrir de esa manera.–con su mano, tomó la cabeza de la rubia por la nuca.

—Charles, estoy bien. Ya queda poca oscuridad y es gracias a ti, así que no dejes que una pequeña pesadilla te arruine el sueño.–trato de tranquilizarlo.

Madelaine era experta en minimizar sus problemas, era un don que había desarrollado Gracias a Austin y no estaba tan orgullosa de eso pero lo usaba a su favor para evitar que las personas a su alrededor no se preocuparan por ella.

—Sabes que cuentas conmigo si necesitas hablar sobre eso, cierto?

Ella asintió con una pequeña sonrisa.—Lo sé. ¿Tú sabes que no debes anteponer mi sueño ante el tuyo?

Él asintió con una sonrisa un poco derrotado, sabía que cedía muy rápido cuando se trataba de ella pero es que si lo miraba con esos ojos y le hablaba con tanta delicadeza, no podía evitarlo, haría cualquier cosa que ella le pidiera.

—Si que sabes que decir para tranquilizarme.

—Es un súper poder que tengo.–murmuró para luego besar su mejilla.

Él sabía que ella estaba tratando de tranquilizarlo y aunque lo estaba logrando, aún no dejaba de pensar en todo lo que tuvo que sufrir para que tener esas pequeñas crisis.

Despejó su rostro de algunos mechones rebeldes y besó su frente con delicadeza.—Vamos a dormir, mujer maravilla.

Ella sonrió y fue quien se deshizo de la cercanía para apoyar la cabeza de su pecho, no era la forma más cómoda de dormir pero escuchar sus latidos la relajaban. Mientras tanto, Charles acariciaba su cabello tratando de despejar su mente y aunque no concilió el sueño tan rápido como ella, cuando sus ojos se sintieron pesados, no supo más nada hasta que sintió la luz del sol en su rostro.

Arrugó su frente cuando los pequeños rayos de sol que entraban por la ventana, reposaron en su rostro. Maddie seguía dormida en su pecho y vaya que se veía hermosa. Sonrió, nada le brindaba más paz que despertar a su lado.

Se movió para besar su cabeza y sintió como ella se despertaba por tu acción.

—Podría acostumbrarme a esto.–murmuró él apenas sus ojos se cruzaron con los de ella.

Sonrió adormilada.—Yo también.–murmuró acomodándose para posicionar su cabeza entre el cuello y hombro del monagesco.–Y no sabes cuanto va a doler cuando tenga que volver a Nueva York.–se quejó en un murmuro la rubia.

—Entonces no te vayas.

Sintió con su sonrisa chocaba con su piel.–Ojalá fuera así de fácil.

—¿Quieres desayuno en la cama?–propuso abrazándola por la espalda.

—Quedémonos otro rato así.

Era el último día que podría despertar junto a él y Maddie no quería desperdiciar ni un segundo. Así que entrelazó sus piernas con las de él y pasó las siguientes horas en aquella cama entre caricias y besos que le demostraban lo fácil que era estar con una persona que realmente te quería.

—He querido decirte algo por días.–hablo Maddie acariciando el cabello del ojiverde.

—Siento que debería asustarme.

Ella soltó una carcajada y negó con su cabeza—No es nada malo, te lo aseguro.–murmuró.

Él le hizo un gesto para que siguiera hablando mientras se embriaga de su olor y del contacto de su piel contra la de él.

ONLY YOU || Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora