Capitulo 39: Eclipse

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— Esa puerta.... ¿Qué es?

— Es una puerta que contiene una parte de mi que por más que deseo hacer a un lado, siempre termino arrastrándola conmigo.

— Ábrela

— ¿Sin preguntar qué hay dentro?

— Sé lo que hay dentro. También se porqué no quieres abrirla. Crees que no puedo comprender lo que hay dentro. Me ves frágil, tan tierna que se te hace complicado imaginarme de otra forma. Pero sabes algo..., quizá termine teniendo gustos mucho más oscuros que un par de fustas y unas correas atadas al techo, nene.

Alessandro sonrió algo decaído y negando con la cabeza suspiró.

— No creo que seas frágil, de hecho creo que eres la mujer más fuerte que he conocido. Has sabido resurgir entre las cenizas, levantarte aún cuando ya has tocado fondo. Te admiro, te veo y me pregunto cómo es que he tenido tanta suerte en la vida amor mío.

Caminó hacia aquella puerta y al abrirla con un gesto me hizo pasar. Todo estaba oscuro pero solo por unos breves segundos. Al encenderse la luz todo se iluminó en una tenue pero sensual luz púrpura dejando a la vista descubierto todo lo que en aquella habitación había. Desde inovencivas esposas hasta jaulas que al verlas solo me preguntaba para que sería útil aquello en el sexo. Todo parecía estar dividido por sesiones desde lo más "básico" hasta lo más avanzado. Aquella habitación estaba cubierta de espejos por todas partes incluyendo el techo dando un toque intenso y morboso. Todo lo que allí había me atraía, me asustaba pero me llamaba la atención. Caminé hacia un especie de diván algo raro y sintiendo mi nuca estremecerse, su voz sonó por detrás de mí.

— Es una silla de posiciones. Ahí puedo llevarte a otro mundo y traerte de regreso en una sola pieza.

Sonreí traviesa

— Suena interesante

— Una cogida mía en esa silla y la vida se te reinicia

No pude evitar reír. Esa frase se había vuelto célebre entre los dos. Lo que pudo haber comenzado con juegos calientes había comenzado a tomar otro rumbo. Mirando todo lo que había en aquella habitación comentó.

— Es como una droga. Lo quieres dejar, sabes que te hace daño pero aún sigues ahí..., queriendo sentir esa sensación que te causa la misma adicción. Quizá no me entiendas.

— De hecho si lo hago. Olvidas que soy alcohólica. Por mucho tiempo sentí esa misma sensación. Quería dejarlo pero aún seguía ahí esperando la "nota" eso que hace que te sientas distinto.

Dijo que si con la cabeza analizando aquella habitación con cierta vergüenza en su mirada. Una vergüenza que no lograba entender.

— Creo que es momento de ser sinceros completamente aunque sea una tarea jodidamente difícil. No hablo esto con nadie, ni siquiera con Paulette. Por años he querido borrar parte de mi vida porque es algo que solo me trae malos recuerdos.

Creo que estaba a punto de conocer un lado de Alessandro que desconocía totalmente. Lo podía notar en su rostro, en su mirada y en aquella voz temblorosa que apenas lo dejaba respirar. Pensé que el sadismo era solo una fantasía que le gustaba recrear de vez en cuando pero parecía tener un trasfondo mucho más profundo. Estaba a la espera de su respuesta pero él parecía no saber por dónde empezar.

— Quizá luego de escucharme, cambie tu concepto sobre mi. Tal vez creas que estoy loco. Yo lo he pensado a veces. Mi mundo..., este mundo y Mireia Franceschini tiene mucho que ver.

— ¿Tu madre?

— Me tomó veinticinco años asimilar que el ser que me dio la vida, ha sido también la misma persona que me ha arruinado parte de quien era. Antes de que yo naciera, mi vida estaba planeada. Casi ninguna de mis acciones fueron decididas por mi en mi infancia. Mi madre era mucho más que una mamá estricta; más bien me veía como el individuo que tenía que entrenar para algún día ser duque de Luxemburgo. Muchas veces la escuché maltratar a mi padre. Él...era un buen hombre. Siempre intentaba vernos felices a mi y a Paulette. Era sumiso, callado y aunque siempre tenía una sonrisa en el rostro, mi madre siempre buscaba una ocasión para humillarlo. Le decía que no servía como hombre, que debía castigarme sin piedad o terminaría igual que él de inservible. — Tragó saliva — Mi madre no toleraba ser la esposa y no la Gran Duquesa de Luxemburgo. Ella solo compartía el título más No el poder que este otorga. Envidió a mi padre por eso y de repente años más tarde mi padre enfermó y en cuestión de meses murió. Algo en mi corazón me dice que fue ella quien hizo que él muriera. Solo así pudo tener el poder que tiene ahora. Además veía a mi padre como una carga.

La teoría del amor Where stories live. Discover now