“Estoy llegando, espero que no te hayas quedado dormido” Ruedo los ojos por lo ridículo e irónico del mensaje, y vuelvo a guardar mi teléfono en el bolsillo delantero de mis jeans.

Necesito un cigarrillo, casi con desesperación, pero no puedo llegar oliendo a tabaco y sudor porque no es nada bonito. Además del hecho de que se supone que hoy sería un buen día y lo arruino todo con mis grandes ganas de dormir en horas inapropiadas. Golpeo mi cabeza contra el asiento de cuero y observo hacia la ventana, como todas las casas del vecindario van pasando y los arboles se ven algo borrosos, y es cuando le permito a mi corazón detenerse un segundo para volver a su estado normal, bombeando casi con tranquilidad. Paso mis manos por mis jeans, limpiando el sudor y me relamo los labios, que se han secado otra vez.

Soy un desastre, de pies a cabeza.

Para las 8:20 p.m. estoy tocando el timbre de la casa de Nick, mi corazón vuelve a agitarse y mis piernas se sienten un poco flojas. Y sé que ha pasado un tiempo desde que conozco a Nick pero todavía siento como si fuera la primera vez, todos los días, y espero que eso sea algo bueno, porque una vez que diga lo que siento, no habrá vuelta atrás.

 Nick abre segundos después, tiene una ceja enarcada, está vestido con una de sus camisas costosas y sus jeans azules, tiene su cabello castaño hacia un costado, se ve perfecto, como siempre.

—Louis —saluda, asintiendo con la cabeza. Estoy por entrar en pánico y dar uno de mis vómitos verbales con millones de excusas pero él sonríe de costado y sus ojos brillan—. Qué bueno que hayas venido.

—Sé que es tarde… —suspiro, sonrojándome estúpidamente, mirando mis zapatos y esperando no arruinar todo, otra vez—. Yo, uh…

—Está bien, bebé —dice, su mano acariciando mi mejilla —. ¿Quieres pasar?

Asiento con la cabeza y ambos entramos a su casa, al parecer no hay nadie, porque las luces de la cocina están apagadas y la luz de la sala ilumina el pasillo, dibujando sombras en el perfil de Nick. Él ladea la cabeza para que lo siga a su habitación, y ya he estado allí un par de veces, así que no es una cosa realmente nueva.

Su casa se basa en dos pisos, con muebles distinguidos y paredes tapizados y pisos de madera brillante. Subimos las escaleras, y mientras subes puedes observar las fotos familiares, como Nick es el único hijo, casi todas son de él y sus padres en algún lugar, de vacaciones o en trajes formales. Hay una en especial que me gusta, una donde Nick sale con alguna de sus tías en la playa en sus vacaciones en Brasil, Nick tenía unos trece años, con sus mejillas redondas y manchadas de rojo por el sol, sonriendo ampliamente hacia la cara, es en definitiva mi favorita. Es una de las pocas en donde no sale serio y demasiado adinerado como aparenta en ocasiones.

Su habitación en la primera puerta del pasillo y Nick simplemente empuja la puerta, y hace una pequeña referencia para que pase. Sonrío y lo hago, pasando por su lado. Ladeo la cabeza al ver la habitación, y es verdad que he estado aquí antes. Sé que sus paredes son de un color verde azulado, y que tiene imágenes de cosas extravagantes pegadas en las paredes, y muchas notas en su escritorio, también se que lee mucha ficción y que tiene un estante para todos sus libros, y estoy de acuerdo en que las veces que llegué a estar aquí había una que otra ropa o calcetín en el suelo, la cosa es que está bien, quiero decir, yo también dejo mi ropa esparcida en el suelo o en la cama, incluso no hago mi cama en semanas y eso está bien porque nadie es perfecto y ambos somos chicos y por lo tanto somos más desordenados por naturaleza, pero oye, me sorprende el hecho de que ahora su cuarto esté completamente ordenado y que huela a un suave desodorante de ambiente.

Su cama está tan bien hecha que me intimida un poco incluso sentarme sobre ella, pero Nick lo hace así que yo lo sigo, intentado sonreír como si no fuera la gran cosa y como si realmente no estuviera por vomitar de la ansiedad.

Down to the sea bed. / larry stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora