XLVIII. Huída

57 4 2
                                    



—¿A dónde iremos?— le pregunto curiosa.

—Primero, explicame a que te referías antes.— me exige serio, pisando el acelerador para salir del bosque cuanto antes.

—No te enfades... Pero, he tenido un par de visiones donde los humanos descubrían de nuestra existencia, pensé que serían más lejanas, dentro de unos años...— le explico apoyando la cabeza, recordando lo estúpida que soy por no habérselo contado antes.

—¡¿Por qué no me lo dijiste antes?!— me regaña molesto dando un golpe al volante que hace que se abolle por la fuerza del golpe.

—No sabía que pasaría tan pronto— digo mordiéndome el labio.

—Qué más has visto— me exige molesto.

—Nada más— miento rápidamente, pero este gruñe con fuerza.

—No me mientas maldita sea— gruñe molesto desviándose hacia una carretera más ancha.

—Faltan años para que pase, y a lo mejor ni pasa— digo rápidamente llevando la mano a mi vientre.

—Cuando viste al bebé... —dice conectando cabos— Que pasaba Tess, tengo derecho a saberlo, ¡es mi hija!— dice molesto y con los ojos rojos.

—Solo la ví a ella, nos estaban persiguiendo. Creo que había más gente, ya que dijimos que corrieran, solo fue eso— digo rápidamente, pero el daño ya está hecho, y está muy pero que muy molesto.

La he cagado y de lo lindo...

—Te enfadas conmigo por ocultarte cosas, y tú haces lo mismo— dice molesto.

—Perdóname, te lo iba a contar cuando viera que serían verdad— le explico recordando las voces de otras niñas.

—No me des más explicaciones— dice serio dando por zanjada la conversación y haciendo que me sienta aún peor.

Dirijo la mirada a la ventana y veo los coches pasar, durante un largo rato.

Soy una tremenda estúpida, le recrimino por algo que yo también estaba haciendo... Me giro a mirarle, está centrado en la carretera, pero se nota que está muy enfadado. No tenía que habérselo ocultado...

—¿A dónde iremos?— murmuro cuando nos adentramos en la autopista

—No lo sé— dice seco concentrado en la carretera. Miro por la ventanilla y me centro en ver los coches y las señales pasar, hasta que se desvía hacia una carretera donde sale señalizada la ciudad de San Sebastián.

—No nos quedaremos aquí. Entraré a por algo de ropa para ti y para mí y luego compraré algo de comida.— dice buscando un sitio donde aparcar cuando estamos en la zona comercial.

—Axel, no te enfades por favor— le pido notando cristalizarse mis ojos pero él no contesta, se limita a aparcar el coche en un hueco libre.

—No te muevas de aquí— dice antes de salir sin nisiquiera mirarme, haciendo que las lágrimas comiencen a rodar por mis mejillas.

Soy una estúpida, no tuve que habérselo ocultado...

Una vez calmo mi respiración y dejo de llorar, bajo la ventanilla en busca de algo de aire fresco. Miro a la gente pasar y comienzo a divagar en mis pensamientos pensando que estaría haciendo ahora si no hubiera entrado en el internado y no hubiera conocido a Axel.

Por muy mal que lo haya pasado, la verdad es que no cambiaría nada de lo que he hecho, la vida sin Axel, sería monótona. Seguramente nunca le hubiera conocido, y jamás habría sabido lo que es el amor, ya que no me habría abierto a nadie después de lo de Lucas...

Mi ángel de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora