XLIII. Solo queda esperar

72 3 1
                                    


—Tiene una infección muy grave, además tenía restos de acónito en las heridas más profundas.— me dice el médico cuando comienza a limpiarse las manos en un barreño con agua.

—¿Se pondrá bien?— le pregunto sin levantarme del suelo donde me mantengo agarrando la mano de Axel.

—No lo sé... He hecho todo lo que podía por sus heridas, la sangre de vampiro y la adrenalina, solo sirvieron para extender parte de la infección a otras partes, y que no notase el dolor... Estos días serán críticos, su sistema está muy débil, además con el cautiverio lleva demasiado sin comer... Solo queda esperar— dice haciendo que aún más lágrimas caigan por mi rostro.

—¿No puedo hacer nada por él?— le pregunto al médico quitándole a Axel el pelo de la frente, la cual la tiene llena de sudor por culpa de la fiebre.

—Solo se puede aliviar un poco la fiebre con paños húmedos, el resto lo tiene que hacer él... Usted debería comer algo y descansar, su estado también es delicado, alfa— me aconseja, asiento cogiendo la mano a Axel para besarla.

—Muchas gracias, doctor— murmuro sin poder dejar de llorar.

—Avísame de cualquier cosa—murmura antes de salir de la habitación que nos ha dejado Ivar en su casa.

—Axel... Por favor...— sollozo dejando caer mis lágrimas libremente al estar sola. —Tienes que ponerte bien, por favor... Hazlo por mi, por nuestro bebé...— sollozo apretando su mano con fuerza esperando que reaccione, pero no mueve ni un músculo.

Tras tranquilizarme un poco, le tomo la temperatura, y al ver que está ardiendo me levanto a por uno de los barreños con agua y voy a por una toalla del armario para empaparla. La escurro y la pongo sobre su frente con cuidado.

—Leen, te he traído algo de comer...— dice Ivar entrando a la habitación.

—No tengo apetito— murmuro acariciando la mano de Axel.

—Llevas casi dos días sin comer, estás embarazada, necesitas comer algo— insiste acercándose con la bandeja.

—Tengo el estómago cerrado, no insistas— murmuro sin apartar las vista de Axel.

—Necesitas comer algo, por favor— insiste provocando que gruña con fuerza.

—¡Te he dicho que no! ¡Fuera!— grito perdiendo los estribos por unos segundos. Me giro a mirar a Axel y apoyo la cabeza en la cama un poco cansada.

—Así solo conseguirás matarte a ti misma y al bebé— murmura dolido antes de irse, pero le ignoro cerrando los ojos.

(...)

Me levanto al notar claridad en la habitación, y lo primero que hago es levantarme a cambiarle a Axel la toalla húmeda. Noto un pinchazo en la parte baja de mi abdomen cuando meto la toalla en el barreño, pero lo ignoro ya que seguramente sea que he cogido frío, pero cuando vuelvo al lado de Axel y veo una mancha de sangre en la manta en la que he pasado la noche bajo la vista a mis piernas y al ver mi pantalón manchado de sangre me es inevitable que no se me caiga la toalla de entre las manos.

—¡Ivar!— grito asustada notando las mejillas se me empiezan a inundar de lágrimas.—¡Ivar!— grito de nuevo temblando, justo cuando entra con la respiración acelerada.

—¡Llamar al médico!— grita de inmediato al verme, se acerca a cogerme en brazos y me saca de la habitación.— Tranquilizate, seguro que no es nada— dice intentando tranquilizarme al ver que estoy temblando.

—¿Le escuchas?— le pregunto agarrando su mano asustada.

—Es muy pequeño para escucharlo todavía, solo tranquilizate— me pide dejándome en su cama, la cual está todavía deshecha y caliente.

Mi ángel de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora