Trofeos

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Hyunjin fumaba serenamente, dejando que sus pensamientos fermentaran. Y ¿Cuál era su nombre? Oh, Seungmin seguía a lado izquierdo de la cama, sus párpados quietos y su pecho desnudo le daban cierta aurora de ternura.

Otra vez estaba sin ropa con un tipo en su cama. ¿Por qué lo seguía haciendo? Mil noches, mil hombres, el mismo vacío que se llenaba temporalmente para después regresar de manera salvaje.

La luna se acurrucó en sus piernas, y Hyunjin se revolcó en el mismo charco lodoso de memoria: el recuerdo de su padre.

Su padre era un ejemplo de rectitud, el caballero de los buenos valores, apreciado por toda su comunidad. Pero de noche, cuando el mundo se vaciaba y sólo quedaba el inofensivo Hyunjin, aquel hombre se quitaba la camisa y la máscara de benevolencia. Arremetía contra él y se adueñaba de su cuerpo, intentando apagar una sed violenta, una ansiedad por piel joven.

Y así creció él, entre falsas apariencias y recuerdos rasposos.

Por eso hacía esto, vagar noche tras noche, saltando de una cama a otra, grabándose nombres y miradas que olvidaría al día siguiente.

El reloj marcaba las dos de la mañana, y la cajetilla de cigarros estaba a punto de acabarse. Hyunjin murmuró el nombre de su padre, para luego frotar el pecho de su compañero de aquella noche. De inmediato, su mano se manchó de sangre. Se levantó, y como de costumbre, tomó una foto del cadáver, su preciado trofeo.

Limpió y borró toda evidencia con meticuloso profesionalismo. Le aulló a la luna, ese acto le parecía divertido. Se colocó de nuevo la ropa y abandonó el lugar mientras la luna le contestaba el aullido.

Se iría tranquilo por ahora, pero en algún momento, su vicio regresaría. Al llegar a su departamento caería placenteramente dormido…

CUENTOS PARA MONSTRUOS | 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐘 𝐊𝐈𝐃𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora