Capitulo 34: Al diablo lo correcto

Start from the beginning
                                    

Asentí con la cabeza algo incómoda por el hecho de que quería irse. Mi corazón quería pedirle que volviéramos y mi orgullo seguía en su posición de víctima.

— Quizá allá conozcas a una mujer mucho menos complicada.

— ¿Sabes cual es uno de mis defectos? Cuando me enamoro de una mujer, pueden haber miles a mi alrededor y aún así mi corazón solo tendrá cabida para una mujer. — Seguía preparando la cena y tras hacer una pausa prosiguió — Te amo, pero estoy consciente que te he lastimado y hay cosas que simplemente no se olvidan. Prefiero dejarte ir y que seas feliz, eres el amor de mi vida, Alicia. Si tu felicidad está lejos de mi, eso es más que suficiente.

Sentí un mal sabor en mis labios. Un nudo se creó en mi garganta porque sabía que él hablaba en serio. Si bien me había lastimado, también yo lo había hecho. Si él se iba, Carla habría ganado. Si el se iba no sabría como seguir con mi vida. Nada más de verlo a los ojos, sentía mi corazón revolotear por todo mi pecho. Lo amaba, tanto que difícilmente podría seguir sin él. Sirvió la mesa y sonriendo tenue comentó.

— ¿Sabes que creo? Creo que ambos nos perdimos en nuestros propios demonios. Debí ayudarte a salir de tu abismo y siento que te hundí más en él. No supe entenderte, y cómo hacerlo si no puedo entenderme a mí mismo. Yo solo quiero que...

— ¿Te podrías callar?— Dije impulsivamente — ¿Acaso no ves que todo eso que dices no ayuda?

Solté los cubiertos al sentir el hombre desvanecerse. Me recosté en el respaldo de la silla conmovida y llena de confusión.

— Tu eres el que quieres irte. Eres tú quien..., pretende alejarse.

— Es lo mejor

— ¿Para quién? ¡Duele! ¿Acaso crees que el amor se acaba de la noche a la mañana? No, no es así. Aún estoy digiriendo todo esta mierda, ¿Vale? No es fácil ver cómo la persona que amas está en la cama con otra mujer. — Solté una lágrima dolida — Me sentía especial, creía que al fin alguien me deseaba lo suficiente como para hacer el amor solo conmigo. Tardé mucho en poder aceptarme y quererme un poquito más. Gracias a ti lo había conseguido y luego..., luego te vi con ella y todo eso se fue al carajo. Trato de no pensar en eso, pero no lo consigo. ¡Me jode! ¿Sabes por qué me jode? Me jode porque aún te amo estupido. Porque a pesar de que te follaste a esa loca para evitar que yo fuera a la cárcel, no consigo indignarme lo suficiente como para dejar de amarte. Ahora siento que mi cuerpo no es suficiente para despertarte absolutamente nada.

Se quedó mirando su plato pensativo. Seguía con su rostro sombrío e inerte. Era como si ya nada le diera emoción o lo hiciera reaccionar. Tragó saliva y aún sin mirarme directamente comentó con voz tenue.

— Cada vez que me veía obligado a tocarla, me sentía más ajeno a ti. Cada vez que tenía que acceder a sus chantajes, sentí que en cualquier momento me volvería loco. Jamás pensé que llegara a aborrecer el sexo, mucho menos pensé que sería capaz de odiar tanto a alguien. Ya no sé lo que es dormir en paz, ya no sé lo que es tener la conciencia tranquila. Lo único en lo que pensaba era en ti..., en no perderte. En el fondo sabía que pasaría, te perdería y yo me perdería. Eres ese norte que busqué por tanto tiempo en mi vida. Pensé que sabía lo que era amar pero no..., estaba muy lejos de saberlo antes de tenerte en mi vida. Eres la única mujer que ha provocado esto en mi. La única mujer que me ha hecho sentirme completo. Sé que te fallé, pero al fallarte a ti me he fallado a mi mismo. Te fallé sin querer hacerlo, te fallé porque no tuve opción o quizá si la había pero el tiempo estaba en mi contra y la desesperación me ganó. Si..., Carla ganó en todo esto.

Se levantó de la mesa y recogiendo los platos fue a la cocina y yo quedé en trance totalmente. Quería hablar pero la conmoción no me lo permitía. ¿Estaba siendo dura con él? ¿Hasta qué punto era responsable por eso que ocurrió? Sacudí mi cabeza y me puse en pie para responderle y al entrar a la cocina quedé helada. Puso todos los platos en el fregadero y apenas podía sostener uno para lavarlo. Rápidamente se lo quité de las manos.

La teoría del amor Where stories live. Discover now