ESPECIAL 3 MILLONES: The burning [Parte 2]

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—Sí, subirán justo después de que los anuncies.

—Genial—sonreí apenas y mi mirada se enlazó con la de mi esposo, que me esperaba unos metros más allá, cerca de donde se apostaban todos los niños.— Ya vuelvo.

Me encaminé hacia él contemplándolo con atención, mis pupilas ávidas por memorizarlo, porque verlo en traje era siempre un festín para la vista. Monroe no era nada comparado con él y nunca lo sería.

Dudaba mucho que alguien pudiese estar jamás al nivel de Alexander Colbourn.

—No pensé que vendrías. Aquí, conmigo, quiero decir.

Algo destelló en sus ojos claros cuando me recorrió de la cabeza a los pies, su postura relajada y sus manos en sus bolsillos, tan atractivo que mis labios cosquillaban por besarlo en todos lados.

—¿Por qué no? Es parte de tu ritual después de todo. Para que te sientas bien.

Una ola de cariño me inundó. A veces me sorprendía lo considerado que era, incluso para anteponer mis necesidades a nuestras discusiones y sus emociones.

—No lo sé, creí que tomarías la salida fácil y no vendrías.

Frunció el ceño, sus cejas juntándose entre sí.

—Nunca tomo las salidas fáciles.

—¿No?

—Si lo hiciera, no estaría aquí apoyándote, ¿o si?

Lo observé largamente, sus palabras resonando en mi mente.

—Supongo que no.

Estiró su mano y el contacto con su pulgar envió una descarga eléctrica que me avivó de la cabeza a los pies. Acarició mi mejilla apenas, firme pero gentil y me dejé envolver por el toque.

—Lo harás bien. Los tienes en tu control.

—Ya lo sé, pero...

—Intenta no llorar mientras hablas de los niños.

—Ve.

Me mantuve en el lugar, dubitativa.

—Alex, yo...

—Puedes hacerlo. Solo camina ahí y hazlo.

Solté una risa, tocando la mano que permanecía aún en contacto con mi mejilla.

—Apestas para las charlas motivacionales.

—No soy un psicólogo—hizo una mueca de disgusto.— Gracias al cielo.

Volví a reír y el nudo de los nervios aminoró con el gesto.

—Además, no soy tan malo, o no me pedirías una y otra vez que hiciéramos esto, ¿o si?

Negué, mi pecho inflándose con devoción.

—Ve, lo harás bien.

Esperé por el beso que me daba siempre a modo de suerte, y como siempre, no me decepcionó. Se apoderó de mi boca con avaricia, en un beso posesivo y consumidor que dejó mis labios ardiendo por más cuando se alejó.

Dejó caer el brazo, miró por encima de mi cabeza con intensidad hacia algo que no comprendí y depositó un beso en mi frente.

—Comenzamos en dos minutos—dijo un chico del staff entregándome un micrófono y cuando volví a levantar la vista, Alex había desaparecido.

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El discurso duró menos de dos minutos y apenas comenzó el espectáculo de los niños, Agnes me interceptó.

Irresistible Error. [+18] ✔(PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora