• CAPÍTULO 66 •

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Se ríe, así que trato de controlarme para no golpearlo.

—¿Una víctima? ¿Tú? Eso nadie te lo cree.

—¡Era una niña! ¡Acabo de salir de la maldita adolescencia! —no llores Karol—Hice todo lo que ustedes me pidieron, todo lo que Hermes y tú querían para mi. Siempre respetaba todo.
Era una buena estudiante, sacaba buenas notas, no daba información sobre ustedes. Si, me metía en problemas pero siempre sabía salirme de ellos yo misma. Papá, era una niña, y tú me obligaste a comprometerme con una mala persona.
¿¡Sabes que estoy yendo con una psiquiatra!? ¿¡Sabes que tengo ataques de ansiedad y crisis mentales!? ¡Mi cuerpo tiene marcas! ¡Marcas papá! ¡Me estoy volviendo loca! —su expresión cambia—Yo lo único que quería era ser una joven normal. Quería terminar mi carrera, trabajar, conocer el amor y tener hijos pero tú... tú me arruinaste la vida. Fuiste tú.

—No tenía idea de que te estaba pasando eso.

—¡Pues claro que no! —golpeo la mesa—Así que te vas a pudrir en la prisión sabiendo que fuiste tú el causante de todo lo que me está pasando. Tú eres el que conllevó a que yo me vengue de todos ustedes.
No me importa que seas mi padre, no me importa nada.

En el instante que me quedo callada mi padre comienza a llorar frente a todos.
"Un Sevilla nunca llora"
Creo que esa regla ya se fue a la mierda, sólo espero que Hermes la siga cumpliendo.

—Él prometió darte todo lo que querías. Yo sólo quería lo mejor para ti. Él prometió que jamás te faltaría nada, ni el amor.

—¿Tú crees que lo que tengo son marcas de amor?

—No tenía idea de que pasaría todo esto.

—Tú te lo buscaste.

—Perdóname hija...

—Muérete Hades. Porque para mi ya estás muerto.

Mis palabras lo golpean en el corazón, y se echa a llorar más.

—Ruggero va a ganar —dice después de unos segundos—Yo lo sé, y tú también lo sabes. Ruggero sabe todo, nunca se le escapa nada.

—Sobre mi cadáver va a ganar.

—Él te ama.

—¡Es obsesión! Para Ruggero nada más soy como el juguete que no puede tener, pero como es un niño malcriado lucha para conseguirlo ya sea a la buena o a la mala.

—Hija...

—Ahora contesta a la pregunta Hades, porque de no ser así seré yo quien aconseje tus formas de tortura —no dice nada—¿Cuál es el paradero de Ruggero y Hermes?

—No lo sé, yo estaba en Malibú.

—¡Claro que lo sabes! ¡Habla!

—No lo sé, no me lo quisieron decir. Yo todo este tiempo he estado con Estefanía y también en Denver encargándome de la mercancía.

—Mientes —los fulmino—Dame la ubicación o te juro que me encargaré de hacerte la vida miserable aquí en prisión. Dámela o prometo que te pondré en algún lugar donde los presos te violen. Dámela, ¡O te doy mi palabra de que mataré a tu amante y a su hija! —la sangre me hierve—Sabes bien que cuando doy mi palabra siempre lo cumplo.

—¡Con Estefanía y Mariana no te metas!

—¡Dame la puta dirección! ¡O las mato! ¡Te juro que las mato!

—¡Serias incapaz!

—¿Incapaz? ¡Mírame! ¡Te acabo de entregar a la ley! Así que no me retes Hades, porque yo si cumplo mis promesas.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now