Sasuke "despertaba" en un lugar extraño. No había algo que pudiera identificarse como techo, suelo o paredes. Era como un vacío de color amarillo oscuro, aunque podía estar de pie.
-*¿Dónde estoy? -se preguntó, mirando alrededor. Oyó los llantos de un niño. Se guió por el oído y encontró a un chico menor que él, con la cabeza gacha- ¿Quién es? -aguzó la vista, dándose cuenta del gran parecido físico que tenía con él- ¿Soy yo, hace tiempo?*
El pequeño Sasuke levantó la mirada. La lágrimas caían por sus mejillas, pero ambos sabían muy bien que no eran de tristeza solamente. Eran también de rabia e impotencia.
-Papá y mamá no tendrían por qué haber muerto -escupió con ira.
Una lágrima cayó al suelo. El escenario se transformó completamente, ante los horrorizados ojos del Uchiha actual, mostrando aquel día, exactamente el momento en que vio a sus padres muertos en el suelo, a manos de aquel al que solía admirar.
-Los asesinaron a todos. No fui lo suficientemente fuerte y el clan fue aniquilado.
Mientras tanto, un encuentro similar sucedía en la cabeza de la Uzumaki. El espacio para ella era de color morado oscuro. También podía estar de pie.
-*¿Qué es este lugar? -miró a su alrededor y caminó, explorando el terreno- ¿Será mi espacio mental? No, no es eso. Se ve muy diferente.*
Avanzó unos metros más, hasta toparse con una mujer pelirroja mayor que ella. Estaba sentada de espaldas a ella, cantando una melodía hermosa. Era tan bella, tanto la mujer como la canción, que esperó hasta que terminó y se dio la vuelta para contemplarla.
-Hola pequeña -saludó la chica.
-Hola -titubeó- Tienes una voz muy bonita.
-Gracias -sonrió suavemente, y eso pareció iluminar el oscuro espacio.
-¿Qué hago aquí? -preguntó, confundida.
-Yo te traje. Pude sacar mi chakra del sello antes de que te lo impusieran -respondió la pelirroja mayor- ¿Recuerdas lo que pasó?
Nozomi abrió los ojos como platos. Aquella pregunta fue como una puñalada al corazón. Se dejó caer de rodillas silenciosamente, sosteniendo fuertemente su pecho, abrumada por todos los recuerdos que asaltaban su mente.
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Fuera de la ilusión-sueño, Sasuke había empezado a emanar bastante chakra morado oscuro perteneciente a Orochimaru. Nozomi tenía un estado parecido, pero su chakra era amarillo claro, gracias a la influencia de la mujer misteriosa. Ambos chakras parecían reaccionar el uno al otro, atrayéndose y repeliéndose entre sí cuando se tocaban, aunque siempre regresaban al mismo punto.
En el campo de batalla, Kiba observaba a sus antiguos compañeros de clase, pensando que las alucinaciones ya debían ser un efecto secundario de la sobrecarga con el jutsu. Akamaru había llegado, lamiéndolo un poco para que supiera que estaba ahí
