Demostrando un punto

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Ya estaban a punto de comenzar, eso lo tenía con los pelos de punta, es decir, Leila y la princesa Makrom contra la princesa Ámbar y Lisa, una de las mejores amigas del monarca de Lucidum. Era natural que estuviese estresado, no era que no confiase en las habilidades de las primeras dos, pero sabía que las otras tenían demasiada experiencia y la heredera de la Nación de Cristal no era conocida por su misericordia en batalla.

- Estás muy tenso- observó Alizeh-, recuerda: estuvieron todo el día de ayer entrenando y, conociendo a Leila, darán su mejor esfuerzo.

- Concuerdo con la ñoña- dijo Adad.

Allard soltó una pequeña risa, no una carcajada, lo cual no hacía más que demostrar cuán preocupado estaba.

De repente, todos guardaron silencio, habían tomado el área de entrenamiento, la cual se encontraba rodeando la "armería" y se habían colocado a una considerable distancia, todos en una sola línea, para así dejarles todo el espacio que necesitasen y, en todo caso, no sufrir las consecuencias de cualquier ataque. Parecía que el combate estaba por comenzar.

- ¿Qué les parece si apostamos?- propuso Mayra, con la intención de mejorar el ambiente.

- No lo creo, es muy obvio quién ganará- respondió tranquilamente Alistair.

Últimamente, los herederos de Umbra se estaban soltando más, comenzando hasta a hacer bromas y tuteándolos, cosa que lo alegraba, sinceramente, era genial poder escucharlos hablando más y hasta dando sus opiniones.

A su izquierda, estaban la princesa de Terra y la castaña, y a su derecha, estaban las representantes de Lucidum. Por un momento, creyó ver que la princesa Ámbar miraba con superioridad a Leila y que la última mencionada sólo enarcaba una ceja, no tenía idea de qué había pasado, pero supuso que no podía ser nada bueno.

- Muy bien, diré las reglas del combate- interrumpió ese concurso de miradas el mago azabache, es decir, Lucas, se había presentado ayer a la tarde-: número uno, no es un combate a muerte y, si notamos alguna intención semejante, tenemos todo el derecho a intervenir; número dos, no se vale utilizar las maldiciones de los cristales- dijo mirando a Ámbar-; número tres, está prohibido causar terremotos o incendiar el campamento- esta vez miraba a las otras dos, la castaña se hizo la que silbaba-; y número cuatro, si uno de los oponentes se rinde, está prohibido lanzarle algún ataque, así mismo tiene prohibido volver a participar. Lo último parece ser muy obvio, pero lo remarco para las representantes de Lucidum, ¿Quedó claro?

¿Cómo que lo remarcaba para las de Lucidum? ¿Quería decir, entonces, que, por más de que una de las otras dos se rindiese, no la escucharían y aún así atacarían? Perfecto para su estrés.

Percy le dio unas palmaditas en la espalda, intentando tranquilizarlo... La verdad, en vano.

Vieron a las cuatro asentir.

- Si no hay dudas, ni oposiciones, ¡Que comience el combate!- exclamó Lucas.

Ni bien lo dijo, unos cristales increíblemente afilados salieron del suelo en dirección a las muchachas de su izquierda. Por un momento, tuvo el corazón en la boca, pero se tranquilizó al notar que Makrom movía la tierra, a los pies de ambas, para esquivar el ataque.

Sin esperar más, Leila saltó y encendió su poder, concentrándolo en sus puños, para así, cuando llegase al suelo, generar un círculo de fuego bastante temible. Sin embargo, Lisa no se iba a quedar sin hacer nada, de su armadura, sacó un rubí y lo lanzó, tal cual un proyectil, hacia el brazo derecho de la castaña.

Algo curioso del armamento de la Nación de Cristal es que parecen como si Aalis los hubiese decorado, con piedras preciosas en cada centímetro de las armaduras y las empuñaduras, pero que, para beneficio de los lucidenses, estas se podían desprender y ser utilizadas como pequeños proyectiles.

Desde las cenizasWhere stories live. Discover now