Incomodidad

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Como ya había mencionado, Allard se estaba preparando para la Carrera de los Ocho, donde un representante de cada nación participaba junto a su montura. La competencia consistía en atravesar ocho obstáculos, cada uno hacía referencia de una nación en específica y el primero en cruzar la meta se lo nombraría "Jinete maestro". Se llevaba a cabo en la Nación del Viento y, cada año, se preparaba una nueva serie de obstáculos.

Recuerda que la Nación de la Naturaleza, hacía dos años, había empleado el tan conocido "Lazo del diablo", el cual imposibilitó el paso, estando, además, casi al final de la pista. No sólo cruzaron muy pocos jinetes la meta ese año, sino que, los que se quedaron atrapados, tardaron más de un día en sacarlos. Desde entonces, se prohibió el uso del Lazo del diablo en el evento.

En la carrera podían participar cualquier tipo de monturas, desde acuáticas, terrestres hasta aéreas. Todo el recorrido tenía obstáculos para cada una de ellas, pero solían ganar los que iban vía aérea, como la Nación del Viento, que usaba pegasos.

Claramente, había otras naciones que preferían el transporte aéreo como la del fuego que utilizaban dragones, la de la oscuridad que montaban hipogrifos o la de los cristales en la  que se encontraban grifos.

Allard iba a ser el representante de su nación, no era muy común ver a un heredero participando en esa carrera, pero, por lo que sabía, este año participarían tres, él, Alizeh y Aethelu, princesas del viento y la oscuridad, respectivamente.

Por eso Aries y él estaban entrenando tan duro, a aquellas herederas se las conocía por su increíble habilidad en el aire. Ya había visto a la heredera del viento en acción y podía confirmarlo, sólo le faltaba poder ver a la otra, pero él tampoco estaba tan mal, que digamos. También era  conocido por la química que tenía con su dragona, haciéndolos un dúo inigualable, algo que Alizeh sabía, pero siempre fue imposible saber qué harían en el momento. Al momento que algo ocurría, el azabache sólo miraba a su mascota y lograban salir de cualquier situación.

Justo en esos momentos, entrenaba junto a su padre. El rey se había esmerado y había preparado una pista que pudiese hacer competencia con la que se enfrentaría en dos semanas, que no se notase que el monarca quería que su hijo ganase.

Toda su familia lo veía practicar, eso significaba que Leila también lo observaba. Eso sólo le daba más ánimos de dar su mejor esfuerzo y no era el único, Aries también daba lo mejor de ella. Ese año, definitivamente, tenía que ganar.

Les dieron un descanso y, al descender, su madre lo recibió con un abrazo.

- Eso fue increíble, tesoro, cada vez mejoran más- aseguró rascándole debajo de la barbilla a su amiga voladora.

- ¡Fue increíble, hermano!- exclamó Karum, corriendo hacia él y con su niñera siguiéndolo de cerca.

- Su Alteza tiene razón, estoy segura de que este año ganarán- su mascota se acercaba tranquilamente a la castaña, pero esta ni se inmutó y comenzó a acariciarle el hocico-. Sí, dije ganarán.

- ¡Aries!- la llamó Aalis, a lo que la dragona se agachó para quedar a su altura y recibir más caricias.

- Verdaderamente espléndido, Alteza- no sabía por qué Isabella se encontraba allí, pero cuando estiró su mano para tocar a la dragona, se ganó un gruñido.

La pelirroja la miró ofendida, estaba seguro de saber lo que pasaba por la mente de la chica: "¿Por qué deja que la sirvienta la toque, pero no yo?". Y Allard estaba seguro de saber la respuesta, ya que, como también dijo anteriormente, a su mascota no le gustan las mujeres, en general; tampoco le hacían mucha gracia los extraños, pero sólo solía gruñir.

Desde las cenizasWhere stories live. Discover now