Repasando lo básico

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Una semana había pasado desde aquella noche, semana que a la castaña le habían hecho hacer reposo. Básicamente, la obligaron, ya que la joven insistía que aún podía caminar. Con solo unas palabras con el médico, supieron que no era así: de tanto excederse, el tobillo estaba muy sensible e inflamado, al borde de quebrarse, por ende lo mejor para ella sería descansar.

Los monarcas habían decidido que lo mejor sería ayudarla a controlar su poder, entrenándola junto a los herederos. Hoy era su primer día.

- Apresúrate Lei- le decía Brisa.

Percy estaba acompañando a las hermanas, bueno, más que acompañar, Leila y él tenían el mismo destino, la menor era en realidad la que sólo los acompañaría y luego iría con el resto de sus hermanos.

- Tranquila, Bri, todavía tenemos tiempo- le recordó la mayor, a lo que la rubia hizo un puchero-. Su Alteza está muy tranquilo, ¿A qué se debe?

- No entiendo por qué no lo estaría- dijo honestamente.

- Esta será mi primera vez después del ataque en la que activo mi poder, hay probabilidades de que no pueda manejarlo- con que eso era, estuvo a punto de soltar una carcajada.

- Con más razón, va a ser tu primera vez, es muy probable que ni puedas activarlo- la otra lo miró sorprendida.

- ¿En serio lo cree?

- Sí, eso nos sucede a todos: las primeras veces no puedes ni hacer una chispa- se encogió de hombros, restándole importancia.

- ¡Llegamos!- avisó la niña-. Suerte y cuídense.

Antes de que pudiesen responderle, ella ya se había ido corriendo por donde habían llegado. Se miraron entre ellos, soltando una risita por la energía de la pequeña.

Sin más, entraron en la zona de entrenamiento, la cual era específicamente para entrenar la magia de fuego. No era a campo abierto, por temor a quemar los alrededores, los rodeaba un círculo de agua, para que el fuego no se esparciese, habían varias dianas a lo largo de toda la habitación. También había una pista de obstáculos, pero sólo podían usarla los que ya estaban más avanzados.

Y, como era más que obvio, Allard se encontraba en la pista antes mencionada, esquivando el pozo de lava y trepando por una soga, para luego saltar al siguiente reto, evitando unos picos que se encontraban en el suelo.

Como pueden ver, no sólo se debía estar avanzado en la magia de fuego, sino que había que estar en un increíble estado físico. Lo último no iba para nada con Percival.

- ¡Muy bien hecho, Alteza!- premiaba a su hermano el entrenador, Aaron Romte. Un hombre alto y musculoso, de piel y cabellos morenos, sus ojos eran de color negro.

Se giró a ver a su acompañante, miraba todo aquel circuito asustada y él la entendía completamente. A veces, creía que el mayor de los herederos era inhumano, con todos los logros que acumulaba, era lógico suponerlo.

- ¡Muy bien! ¡Descanso!- exclamó el hombre, una vez que el azabache hubo terminado el ejercicio- ¡Alteza!- dijo ahora mirándolo a él- ¿Quién lo está acompañando?

- ¿No te acuerdas, Aaron? Leila Fellow, usuaria del fuego azul, descubierta la semana pasada- explicó su hermano.

- ¡Cierto! Disculpe la rudeza, es que, tratándose de un portador de tal fuego, creí que se vería más extravagante- la chica ya tenía el ceño fruncido, había entendido.

El hombre frente a ella, no estaba acostumbrado a tratar con mujeres, es más, nunca entrenó una hasta ahora. Por ende, puede ser que su percepción de ellas no sea la mejor. Si la joven lograba activar su fuego en la primera clase, más le valía al moreno cuidarse.

Desde las cenizasWhere stories live. Discover now