Capitulo 30: Siempre fue ella

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Número desconocido a las 9:00 am

Jamás debiste volver, jamás debiste aparecer nuevamente y ahora..., ahora sabrás porqué.

Ese mismo dia Altagracia recibió un mensaje de Damián que revelaba algo que debía ser alegría pero después de aquel accidente, era poco probable que siguiera existiendo.

Damián a las 11:30am

¿Cómo amaneciste? Te veías hermosa durmiendo.

Altagracia a las 11:32am

Con algo de náuseas, pero es normal. Había olvidado lo que se sentía.

Damián a las 11:33am

Llegaré antes, quiero ir contigo a la ecografía.

Altagracia a las 11:35am

Tengo miedo, no se si sea buena idea todo esto. Ya estoy mayor, puedo perderlo en cualquier momento y lo sabes. No quiero que te hagas ilusiones.

Damián a las 11:40am

Estarán bien, los dos. Te amo, no tienes idea de lo afortunado que soy por tenerte en mi vida.

Leer aquellos mensajes me encogieron el corazón. No tenía valor de llamarlo y decirle que la mujer que amaba estaba a punto de morir. No tenía fuerzas para verlo decaído y con la posibilidad de esta vez perder a Altagracia para siempre. Busqué su contacto y después de escuchar sonar la línea dos veces contestó.

— ¿Amor cómo estás?

— Damián..., es..., es Alicia.

— Oh, Alicia cómo estás. Disculpa pensé que estabas en Luxemburgo. Me alegra que estés con Altagracia. ¿Todo está bien?

— No..., nada está bien. Estoy..., estoy en terapia intensiva con Altagracia. Fui a verte esta mañana y la encontré en el suelo agonizando. Creo que cayó del segundo piso. No me han dicho mucho pero los médicos creen que no logrará pasar la noche.

La llamada se cortó. Cubrí mi rostro llena de dolor y desesperación. No podía morir, no podía irse. Ella, ella era la madre que hubiera querido tener y si ella fallecía me quedaría totalmente sola. Estuve horas sentada en aquella sala de espera meditando, lo único que pasaba por mi cabeza era mi madre. No sabía porque pero desde que había leído la carta de Altagracia ya nada me cuadraba y mucho menos guardaba sentido. Damián había llegado en un abrir y cerrar de ojos y al verlo quedé espantada. Jamás lo había visto como aquella tarde. Por primera vez lo vi nervioso, lleno de temor, de angustia. Intenté consolarlo pero no había nada que pudiera calmar su dolor. Me senté a su lado y agarrando sus manos suspiré.

— Ella estará bien. Es fuerte y saldrá de esta.

Derramando lágrimas constestó.

— Toda una vida la creí muerta y aún así seguí esperándola. No pude amar a otra mujer, no pude hacer una familia, simplemente mi vida se detuvo. Ahora que la encontré me había reiniciado. Si ella muere, yo muero con ella.

— Ella no va a morir, Altagracia se quedará con nosotros.

Damián aún con el rostro cubierto negó con la cabeza. Estaba mucho más pesimista de lo que pensé que estaría. Él era un hombre positivo y esta vez no lo estaba. Con la voz temblorosa contestó.

— Altagracia tiene una afección cardíaca que ha padecido toda la vida. Quizá no resista a esa cirugía. Puede morir Alicia.

Quería insistir en que todo estaría bien pero en el fondo sentía el mismo miedo. Me quedé a su lado y aunque Altagracia era solo la hermana de mi madre que había aparecido meses atrás en mi vida, sentía que perdería algo importante dentro de mí si ella fallecía. Tragué saliva y sintiendo culpa comenté.

La teoría del amor Where stories live. Discover now