14. Conexión y quiebre

239 44 31
                                    

A leluMuzzi por ser un amor de persona y animarme con sus conversaciones y comentarios ❤️

Violeta no había logrado dejar de llorar para el día en que Dominik finalmente se dignó a aparecer por su casa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Violeta no había logrado dejar de llorar para el día en que Dominik finalmente se dignó a aparecer por su casa. Se había excusado con Ethan hacía tres días; no quería verlo... No, más bien, no quería ver a nadie. Quiso desaparecer. Las emociones eran más fuertes que ella, y no lograba contenerlas. ¿Por qué? ¿Por qué no podía ser lo suficientemente fría y dura como para hacer frente a ese tipo de situaciones? Todo su plan dependía de ello, mas ahora se preguntaba si quizás se había sobreestimado, porque, al parecer, no era tan fuerte como pensaba. Después de todo lo que había vivido... pero ver a esa mujer le había recordado gráficamente el brillo de un puñal saliendo de sus manos y enterrándose en las entrañas de su padre. Le recordó las palabras que él le había gritado, lo que le había susurrado antes de morir, el miedo que había sentido, la confusión... recordó que no alcanzó a llegar a él antes de su aliento se apagara para siempre, y recordó que ni siquiera sabía cómo habían sido los últimos momentos de su madre...

—¿Q-qué...? ¿Qué haces aquí?

Él se quedó de piedra al verla, tensa, dolida, sin poder reaccionar.

Ni siquiera sabía por qué demonios había abierto la puerta, pero supuso que era la ridícula esperanza de que él por fin apareciera. Creyó que estaría feliz de verlo, pero lo cierto era que la realidad no podía ser más alejada.

—Yo... escuché tus mensajes. Violeta...

—No —lo cortó, alejándose—. Eso fue hace dos días, Dominik.

Iba a cerrar la puerta cuando las manos del chico la detuvieron.

—Lo siento... te juro que no sabía...

—Sí, me di cuenta.

—Por favor, no seas así.

¿Así? ¿Así cómo?

—Estoy aquí ahora —le hizo saber—. Lamento no haber contestado, pero cuando escuché tus mensajes ayer...

—¿Qué? —susurró ella—. Los escuchaste... ¿ayer? —Dominik miró hacia otra parte. No había querido decir eso. Violeta sintió el dolor y la ira acumulándose en su pecho—. ¿Entonces dónde estabas, ah? ¿Qué te impidió venir en cuanto los escuchaste? Creí que contaba contigo...

—No vine porque no puede.

—¿No pudiste? ¿A qué te refieres?

—No... no me atreví.

—¿¡Qué!? ¿¡Estás de broma!?

—¡Lo siento! Es que sentí... sentía que te había fallado, Violeta. Debí estar ahí en ese momento, y no pude... lo siento.

Ella se quedó en silencio, tragándose su decepción como un nudo en su garganta.

—Ah, y decidiste que era mejor fallarme un poquito más antes de aparecerte —respiró tratando de calmarse, tratando de no permitir que toda su rabia y su enojo salieran de golpe—. Lo único que quería, lo único que necesitaba era a alguien para recoger los pedazos —ya no pudo aguantarlo: gritó—. ¡Te necesitaba a ti, Dominik! Y no estabas.

Morir Mintiendo © Libros I y IIWhere stories live. Discover now