42. Vuelve el invierno

125 25 16
                                    

If I could fly – One Direction

Oops! Bu görüntü içerik kurallarımıza uymuyor. Yayımlamaya devam etmek için görüntüyü kaldırmayı ya da başka bir görüntü yüklemeyi deneyin.

If I could fly – One Direction

Violeta

Pospusimos el viaje de vuelta a casa una vez, dándonos cuenta de que estábamos demasiado atrapados en nuestros propios universos como para volver a la realidad tan bruscamente. En Los Ángeles todo era colores y risas y sol, incluso en invierno. Durante todos los días que estuvimos aquí... durante todas las noches, más bien, las estrellas brillaron alto en el cielo, y Dominik dejaba la cortina de nuestra habitación abierta para que yo las pudiera ver antes de dormir. Aunque amaba ver las estrellas de verdad, extrañaba con ganas las luces que él había puesto en mi ventana.

Decidimos quedarnos una semana más. Catorce días en vez de siete. Nos pareció bien, lo justo. Ni poco ni demasiado. Esa semana extra la aprovechamos al máximo, como tiempo comprado. Fuimos muchos días a la playa, y cuando hacía demasiado frío nos dedicamos a recorrer la ciudad en auto o caminando, admirando todo tal como lo hicimos el primer día. A veces él y yo nos íbamos por nuestra cuenta como dos adolescentes enamorados que ya no éramos. Adolescentes, digo, porque enamorados...

A veces creo que ni siquiera mi cuerpo era lo suficientemente grande como para contener lo que sentía por él. Era tratar de meter un océano en una piscina, o en un vaso de agua. Y con los días, con el tiempo que pasábamos juntos no hacía más que crecer. Habíamos sido amigo y amiga durante toda la vida. Compañeros, un equipo. Pero jamás fuimos pareja. No me había dado cuenta de lo mucho que me faltaba esa parte de él hasta que la tuve conmigo. Era lo que estábamos destinados a ser.

Pospusimos el viaje una segunda vez, quedándonos ya dos semanas más de lo planeado. Nadie puso objeciones.

Por las tardes íbamos a comer todos juntos, o en ocasiones pedíamos la comida para llevar y hacíamos una fogata en el patio de la cabaña de Jasper. Su casa era nuestra base de operaciones en pleno invierno. Jamás me había sentido tan perteneciente a un lugar como en ese momento, rodeada de personas que me entendían y que reían junto a mi y junto a Dominik. Lo pasamos tan bien que estuvimos a punto de posponer el viaje una tercera vez. Tres días; no sería demasiado. Había que aprovechar. La idea flotaba entre nosotros con miradas de complicidad y risillas que sonaba cuando nadie se atrevía a decir lo que en verdad estaba pensando. No nos decían directamente que lo hagamos porque nadie quería imponerlo, pero no tampoco hubiese sido demasiada imposición, porque Dominik y yo teníamos claro que eso era lo que queríamos. Y lo hubiéramos hecho... de no ser por los acontecimientos que se precipitaron esos tres días antes de nuestro vuelo.

Dominik y Jasper acababan de volver de comprar comida: eran ellos los encargados de abastecernos.

Ada y Bianca estaban enfrascadas en una partida de ajedrez. No podía decir que se me hacía lo más apasionante, pero se veían tan concentradas en ello que me hacían sonreír cada vez que miraba sus ceños fruncidos mientras pensaban su siguiente movimiento. Archer estaba quién sabía dónde, mientras que yo leía en el sillón. Estaba tan metida en esta nueva historia que tomaba el libro en todos mis ratos libres, aunque cada vez que lo hacía tenía que ponerme los malditos lentes y a veces me olvidaba. Los marcos dorados apenas visibles descansaban sobre mi rostro, sin embargo, un dolor de cabeza estaba empezando a crecer en medio de mi frente, justo entre las cejas. Pensé con horror que quizás necesitaría una nueva prescripción para los cristales.

Morir Mintiendo © Libros I y IIHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin