Capítulo 31

2.4K 250 82
                                    

LEY DEL TALIÓN:

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

LEY DEL TALIÓN:

Aquiles, eres tan egoísta y autorreferencial que ningún público podría quererte jamás. Anhelas los aplausos pero odias la atención; entonces piérdelo, tu manera de actuar es solo una artimaña.


El hubiera no existe, no podía cambiar mi pasado. Siempre iba a ser la misma pecadora, acarreando conmigo una turbia historia turbia, llena de sangre, muerte y dolor. Después de todo, tal vez si era una mala persona que constantemente vivía cavando la tumba de todos; yo misma aceptaba que la mitad del tiempo era una perra cruel, sola y agresiva que estaba esperando el momento menos indicado para explotar y destruir a todos.

Era alguien que había sido lastimada de la peor forma y que ahora pretendía arrastrar a todos a su paso. No iba mucho conmigo fingir ser la víctima del cuento, pero si tenía que serlo para sobrevivir, lo haría.

Al salir del estadio de fútbol el camino fue silencioso, por más de una hora pude sentir la fuerte tensión sobre el ambiente y como Miranda mantenía un ojo sobre mí y otro en la carretera nocturna.

Lo mismo iba para mí, no podía despegar la mirada de ella porque tenía un mal presentimiento, la señora Torres no era alguien que pudiese confiar. Si quería respuestas iba a tener que meterme en la boca del lobo, bailar con el diablo y arriesgar mi pellejo.

Obviamente, yo no era una imbécil como para confiar en ella. Miranda había tenido de esposo a un criminal, las de ese tipo no eran mujeres buenas, benevolentes e indefensas... por el contrario, eran tan o incluso más letales que los hombres con los que follaban por las noches.

Por eso, cuando nos estacionamos frente a su casa, no pude evitar convertirme por completo en un manojo de nervios; había dejado mi auto en casa, por lo que la señora Torres condujo su camioneta hasta llegar al pueblo.

Al entrar en su casa, la mujer me indicó que tomara asiento en uno de los taburetes de la cocina, mientras esta se disponía a hacer algo para cenar y que así pudiéramos conversar de una forma más amena.

En el fondo tenía miedo, tanto puto miedo de que mis elecciones hubiesen sido un error y que el destino me estuviera jugando una mala pasada como para seguir estando ahí. Pero también esperaba y rogaba a mis acciones fuesen las correctas, y aún así, era injusto, ya a pesar de que Stacy se encontraba enterrada tres metros bajo tierra había muchas cosas me seguían atando a ella.

No quería presionar a su madre y que esta terminara sintiéndose forzada, porque la verdad, esta conversación me convenía más a mí que a ella.

—¿Por qué le das tantas vueltas? ¿Tan culpable te sientes? —Escuché a la señora Torres hablar finalmente, sacándome por completo de mis pensamientos y al mismo tiempo desconcertándome por completo.

En esos momentos era un libro abierto para ella. Estaba haciendo un escrutinio de mí y de la situación.

¿Me sentía culpable? No exactamente.

Mátame Sanamente Where stories live. Discover now