Capítulo 27

3.5K 317 197
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


PECADOS CARNALES:

Sigues soñando y maquinando a oscuras. Eres veneno y lo sé, es la verdad. Todos mis amigos piensan que eres viciosa y dicen que eres sospechosa. Siento que me estoy ahogando; estas deteniéndome, abrazándome, matándome lento, muy lento. 


AIDEN

—Te aseguro de que gritaras y no será fingido.

Estaba caliente y nervioso como la mierda, todo en partes iguales, pero también estaba el factor clave que lo hacía todo más excitante e interesante. El ser descubiertos. Quería besarla; mejor dicho, quería devorarla como un mal vicio.

Sentía la garganta seca y estaba esperando el momento para abalanzarme a su cuerpo como un adicto al que no le ha ido del todo bien en rehabilitación, pero en cambio, ella solo estaba sentada a horcajadas sobre mi cuerpo para comenzar a trazar un rastro imaginario con sus manos sobre mi pecho y abdomen.

—Sabes que estamos jugando en mi patio de recreo, ¿cierto? —me inquirió con una sonrisa ladeada; en respuesta la miré con picardía, como si supiera todas las cosas perversas que estaban pasando por mi mente en ese momento.

Pero no fue por mucho, porque rápidamente la hice cambiar de posición; volteando nuestros cuerpos, esta vez para ser yo quien quedara encima de ella, con su cabeza reposando sobre las almohadas.

—¿Tu patio de juegos? —susurré contra su oído, mi voz sintiéndose ronca y seca contra mi garganta, cálido aliento erizando su piel y su pecho rozando contra el mío—. ¿Se te olvida quién es realmente el jugador, cariño?

Tal vez las cosas estaban teniendo el efecto deseado, porque la vi tragar y apretar sus piernas juntas a mí alrededor. Kira tenía esa mirada sobre sus ojos que decía que se sentía tan necesitada como yo, que estaba extasiada, pero al mismo tempo quería verla rogando y pidiendo por lo que le había prometido.

—¿Entonces por qué no lo demuestras? —articuló de forma entrecortada, luego mordió su labio mientras sus pupilas se dilataban—. ¿O es que perdiste el toque luego de follarte a tantas zorras?

Ella estaba jugando al juego del control con su absurda ironía; Kira la mayoría del tiempo era una perra falsa que le gustaba controlar todo a su paso, pero si había aprendido un par de cosas, en el tiempo que estuvimos separados, es que prefería hacer las cosas a mi modo, y Kira no tardaría en darse cuenta. La haría rogar por mí, o mejor dicho por mi polla.

—¿La señorita remilgada ya no sabe pedir lo que quiere? —me burlé, colocando mis manos sobre sus caderas, sus ojos se abrieron en sorpresa porque era un lado que no había visto antes.

Los ojos de Kira ardieron con rabia, pero también con deseo, era esa mezcla en las que sus iris parecían piscinas de jade brillante.

—Eres un imbécil que habla demasiado, no es como si ya no te hubiera visto la polla antes.

Mátame Sanamente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora