Capitulo 24: Una batalla gana el corazon

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— Sé que pues..., debo verme ridícula usando este vestido y estos tacones pero no es tan horrendo ¿O si?

— No..., no es el vestido. Estaba pensando en que nunca había ido de compras con mi madre. De hecho..., nunca he hecho nada con ella como madre he hija. Supongo que debo superarlo pero a veces hay ocasiones que me pegan más que otras.

Su rostro se tornó serio y se quedó callada por unos segundos. Se sentó a mi lado y agarrando mis manos suspiró respondiendo algo que no entendí del todo.

— La vida a veces puede darte sorpresas. Solo puedo decirte que a veces nada es lo que parece. — Sonrió — Iré a pagar estas cosas. Si quieres puedes adelantarte al coche.

Asentí con la cabeza aún pensando en sus palabras. No tenía idea de lo que quería decir pero algo dentro de mí se había movido. Mientras caminaba hacia el coche en el multipisos recibí un mensaje de Alessandro enojado porque me escabullí de los escoltas. Aunque fuera por un solo día quería sentirme normal y no constantemente vigilada. Estos eran mis últimos días como una persona cualquiera porque una vez en Luxemburgo, estaría rodeada de un batallón de guardias. Me disculpe y dije que no lo volvería hacer aunque yo era todo impulsos. Desactive la alarma del coche y justo cuando iba a abrir la puerta sentí una cuerda oprimir fuertemente mi cuello. Alguien me había inmovilizado por completo y me había aguantado las manos de tal forma que no podia defenderme. Estrelló mi cabeza contra el vidrio de la ventana del coche agrietándolo. Sentí la sangre bajar por mi sien; rogué que se detuvieran pero fue ahí cuando más fuerte me pegaron. Los golpes me habían atontado y el dolor de la cabeza no fue nada comparado al dolor de sentir como se abría mi carne al un puñal penetrar mi costado. El aire se escapó de mis pulmones y agonizando caí al suelo. Sentía que me moría, el dolor era insoportable. Respirar dolía, apenas podía tomar aire cuando me patearon dos veces en el abdomen sacando lo poco que me quedaba de aire. Iba a morir, lo sentía y más lo había asegurado cuando vi en las manos de aquel sujeto una pistola. Apuntó sobre mi sien y ya nada me salvaría de lo inevitable o al menos eso creí. Escuché la voz de Altagracia y fue esa voz la misma que alertó a quien tenía mi rostro contra el suelo y una pistola. Solo pude alcanzar a ver unos tacones rojos que sobresaltaban de una gabardina negra. Me desvanecí, no sabía si estaba inconsciente o estaba muerta.

*****

Abrí los ojos lentamente, estaba dolorida pero estaba viva. El olor al gel desinfectante y el constante pitido de monitor que tomaba mis signos vitales me habían traído de vuelta a la realidad. Estaba en un hospital toda dolorida y desorientada. En un sofá estaba Alessandro dormido junto a Altagracia del otro lado. Se veían terribles los dos. Miré mi abdomen y estaba vendada y aún sangraba un poco.

— ¿Cariño cómo estás?— Preguntó Alessandro despertando rápidamente.

— ¿Qué ha pasado?

— Te han asaltado. ¿En qué estabas pensando? ¿Estoy pagando escoltas por gusto? ¡Pudiste haber muerto!

Mientras Alessandro seguía regañado por mi falta de cuidado en mi mente yo revivía aquel momento. No fue un asalto. No intentaron quitarme nada, el único móvil de esa persona era matarme. Me golpeaba con un odio que parecía irracional. La única pista que tenía sobre ese sujeto era que era altamente probable que fuera mujer. Muchas personas querían verme muerta pero no tenía idea de quién podía ser quien me apuñaló. Ryan quedaba descartado y eso me asustaba bastante. Me quede callada y Altagracia se acercó a mi queriendo despreocuparme.

— Afortunadamente el puñal no alcanzó ningún órgano vital. Podrás ir a casa mañana y estar en reposo.

— No fue Ryan...

La teoría del amor Where stories live. Discover now