Capítulo 25

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    Apolo

    Fuí consciente de que la estaba cagando incluso antes de terminar de hablar, y ver esa lágrima caer por mis palabras me hizo sentir la basura más grande del planeta.

    ¡Maldita sea! ¿Por qué me cuesta tanto controlarme cuando me enfrento a ella?

    -Co... ¿Cómo pudiste hacerle una cosa así tato?- girando mi cabeza a un lado me encuentro con mi hermana llorando en este momento, y nuevamente acude a mí ese desconcierto de no saber cómo reaccionar ante las emociones.

    -¿Qué rayos sabes tú niña? No te metas en problemas que no te incumben.- le dije furioso.

    -Tu... Tu no eres así, ¿Dónde quedó mi tato, mi hermano ese que es dulce, cariñoso, sobreprotector y que siempre cuidó de mí? Y que me defendía incluso de mamá y papá cuando tenía que ser castigada...- dice sollozando.

    -Joder Jazmín, eres solo una niña, no entiendes lo que está pasando así que sube a tu cuarto a seguir jugando al karaoke y no vuelvas a meterte en mis asuntos.- sé que estoy siendo frío y cruel con ella, pero no necesito que también me sermonee una niña de 14 años.

    -Puede que sea menor que tú, pero entiendo que es de "poco hombre" jugar de esa manera con una mujer. ¿Quisiera saber que harías tú o papá si alguien me hiciera eso ami? Pero claro, como tú eres el chico millonario y popular tienes derecho a tratar como basura a las mujeres.- dice furiosa y sus palabras fueron como un golpe directo a la boca del estómago.

    -¡NO TE METAS EN MI VIDA! No sabes nada, y te conviene que no abras esa bocaza con nuestros padres porque les diré que tuve que ir a buscarte a la dirección el otro día por arrastrar de los pelos a una compañera por el patio del colegio.- le digo levantando la voz tranquilo de que en la cochera no nos escucha nadie.

    -E... Eres despreciable y vas a terminar solo si no cambias ese maldito carácter que tienes.- dice molesta luego de procesar mi amenaza en silencio por un minuto antes de girarse para dejarme solo.

    -Tranquila, mujeres es lo que sobra en este mundo...- le digo irónico.

    -Claro, eso lo dijo el idiota que no pudo con una...- dice justo antes de cerrar la puerta dejándome con cara de tonto y creo que me reiría por lo que dijo si no me sintiera verdaderamente cono un idiota en este momento.


    Unos minutos más tarde, entré a la casa por la puerta trasera, no quiero cruzarme con nadie más de mi familia, parecen estar todos conspirados en recalcar las cosas que constantemente hago mal sin intentar entender que me lleva a actuar así. Solo quiero tomarme una pastilla para el dolor de cabeza y acostarme hasta mañana. Pero el jodido destino me la está poniendo difícil cuando me topo con Alice preparando la cena.

    -Oh... Mi pedacito de cielo... ¿Qué es esa carita mi niño?- dice llena de ternura como siempre.

    -No es nada nana, solo me duele la cabeza, voy a tomar una pastilla y me voy a acostar.- le digo intentando encontrar las malditas píldoras rápido para que no me retenga.

    -Aaa... No, nada de tomar pastillas con el estómago vacío. Siéntate que te voy a preparar un rápido sándwich de queso de esos que tanto te gustan.- dice y casi me arrastra para que me siente en el desayunador.

    Resignado me ubiqué en mi lugar mientras masajeo mis sienes intentando aliviar una presión que, de más está decir, no se origina en mi cabeza.

    -Cuéntame algo, ¿Cómo estás querido?- dice haciéndose la inocente.

    -Oh... De maravilla nana.- digo fingiendo felicidad.

Un Juego PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora