Capítulo 54

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    Diana

    La oscuridad me rodea por completo, me envuelve en sus brazos y por mas que lo intente o me quiera zafar, parece que me sostuviera con más fuerza que antes. Miro a mis alrededores y no encuentro una salida, sé que no puedo quedarme aquí, siento una angustia en mi alma que no me deja descansar en paz, estoy un poco cansada de luchar, de constantemente remar contra la corriente, si me pongo a repasar lo que ha sido mi vida desde que tengo memoria, nada parece tener sentido. He luchado tanto para permanecer siempre de pie, que en este momento, en brazos de la oscuridad, no parece tan mal sitio para quedarme a descansar...

    Pero hay algo que no me deja, hay algo en mi alma que me dice que no puedo rendirme ahora, es una sensación extraña que insiste en que necesito mantenerme aferrada a la vida.

    El problema es que no logro identificar qué es, porque cada vez que hago en intento de entregarme por completo a la oscuridad, siento una punzada de dolor en el centro de mi alma que me dice que no puedo hacerlo.

    Siento que mi cuerpo está inmovil pero aun respiro así que sigo viva, pero no puedo despertar ni descansar en paz y eso me tiene en una guerra de tira y afloja que me está dejando sin energías.

     De repente llega a mi sistema un aroma...

    No cualquier aroma, lo reconozco, lo conozco demasiado como para no saber a quién pertenece. Y como si recibiera un golpe justo en el rostro, los recuerdos invaden todo mi sistema cuando la voz de mi cielo Apolo llega a mis oidos llenando mi mente de recuerdos e imágenes de todo lo que hemos vivido juntos, y cuando casi con un sollozo me dice: ¿Volverás conmigo no es así cielo...?

    En ese mismo momento reacciono de que no puedo irme, no he vivido lo suficiente a su lado como realmente pretendía y no voy a rendirme...

    ¡Renuncio a rendirme, todavía no me han derrumbado de todas las formas posibles!

    Pero sus palabras y el dolor en su voz me dice que su alma se está desgarrando por dentro ante la posibilidad de perderme, y aunque siempre fue mi mayor temor, no es el momento de irme.

    "-¡Quizás no se note, pero me estoy esforzando mucho para no rendirme amor!-" quiero gritarle esas palabras, pero mi cuerpo no me responde.

    Y cuando tomó mi mano con la suya y la apoyó contra su pecho para que escuche los fuertes y desesperados latidos de su corazón, reaccioné de que yo ya conocí a la persona que no voy a poder olvidar en toda mi vida, y no pienso dejarlo ir...

    Es por eso que comienzo a ver una luz en medio de la oscuridad siguiendo los latidos de su corazón que me dan la esperanza de que puedo lograrlo, puedo volver, sin embargo, cuando nombra a nuestra hija Selene y luego siento sus labios hacer contacto con mi piel, toda la energía y vitalidad vuelve a mí con una fuerza arrasadora e increíblemente poderosa devolviéndome el alma al cuerpo cuando reconozco que esto siempre fue real, lo puedo sentir, sé que mi lugar es junto a él y a mi preciosa hija.

    No me dieron tiempo de hablar con él, no me dejaron siquiera decirle que lo amo y que me perdone por haberlo preocupado de esa manera y que no pienso ir a ningún lado.

    En un segundo mi habitación se llenó de médicos y me empezaron a realizar todo tipo de estudios hablando entre ellos como si yo no existiera o como si no se tratara de mí de quién hacen sus especulaciones. Pero eso no duró demasiado, porque cuando comencé a cuestionarlos y decirles que dejaran de ignorarme, creyeron que no sabía de qué hablaban y tras responder a todas sus preguntas, llegaron a la conclusión de que no estoy tan loca, o por lo menos no tengo ninguna lesión cerebral y me dejaron en paz.

Un Juego PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora