Capitulo 22: Nuevas facetas

Start from the beginning
                                    

— Sabes muy bien que muero por comerte el culo

— Me..., pensé que lo decias en otro sentido.

— Puedo ser muy literal en ciertas ocasiones. Una chupada mía y te aseguro que se te reinicia la vida, pequeña.

— No lo cre...

La sensación más extraña y al mismo tiempo más placentera se había apoderado de todo mi cuerpo. Un gemido que no pude controlar me dejó descubierta ante el. Su lengua jugueteaba morbosamente en mi culo y me fascinaba por más que intentara negarlo. La sangre corría ardiendo por mis venas. Mi clítoris palpitaba al mismo tiempo que se hinchaba cada vez un poco más queriendo una polla frotandose cuanto antes. Mi otra yo tomo lugar en el primer round en aquella habitación. Metió un dedo en mi culo; otra vez estaba nuevamente tensa. Eso dolería, imagine la polla de él en mi culo y eso no cabría.

— Relájate

— Va a doler

— Vas a correrte, te lo aseguro

— Pero...

— Shhhh. Creo que haremos algo — Agarro una mordaza con una esfera en el medio y colocándola en mi boca me obligó a metermela en la boca y ahora no podía hablar ni gemir ni nada. — Así está mejor

Estaba totalmente bajo su dominio. Era su puta, su mujerzuela. Allí no era Alicia la madre de su hija y su futura esposa. En aquella habitación yo era una zorra a la cual se follaría como tal. Ya no sentí su lengua, un líquido frío pero ligero se derramó en mi culo para luego algo más frío aún asomarse en mi ano. ¡Otra vez tensa!

— Vamos a dilatarte un poco nena

Solo pensaba en una cosa, dolería. Fue poco a poco penetrando con el dilatador y aunque dolió un poco no fue algo devastante. Lo tenía dentro, completo hasta el fondo en mi culo y yo quería que la tierra me tragara y me escupiera en otra galaxia. Todo a oscuras y lo único que tenía a mi favor era la audición. Me puso boca arriba y las manos ahora me quedaron debajo de la espalda. Abrió mis piernas a capacidad queriendo tener una vista morbosa de mi sexo. Estaba muy mojada, podía sentirla escurriendo hasta alcanzar las sábanas. Todos mis sentidos se concentraban en mis oídos. El corazón latía fuertemente; estaba nerviosa porque no tenía ni puta idea de lo que Alessandro haría conmigo. Sentí un azote en mi vagina que me hizo dar un respingo a modo de reflejo. Dolió pero sacudió la morbosa interna.

— Tienes un coño enviciante. Con el haré muchas cosas hasta verlo correrse a chorros. — Paseando sus dedos sobre mi clítoris añadió — Estas hinchada, rica, húmeda y lista para que te folle. ¿Sabes que he deseado todo este tiempo? He fantaseado contigo, y con esta habitación. Muero por romperte el culo, follarlo mientras tus nalgas se sacuden con cada embestida. Mañana..., mañana no podrás sentarte pero sonreirás cuando recuerdes el porqué.

Nada más de escucharlo mis piernas temblaron, mi cuerpo se estremeció y mis respiraciones se tornaron fuertes convirtiéndose en jadeos. Lo quería dentro, quería esa polla tiesa y gruesa perforandome el coño hasta hacerlo chorrear. A él le gustaba hacerse de rogar y en el proceso, ponerme a mí a sufrir. Dio docenas de lengüetazos sobre mi clítoris poniendo a tiritar todo mi cuerpo. Moví mis caderas buscando más, quería mucho más. Chupaba, mordía y volvía a chupar con fuerza.

— Te voy a comer el coño hasta que te duela. Justo cuando te duela, iré a por más.

Quería gritar, quería hablarle pero la maldita mordaza no me lo permitía. Intenté escupirla pero era inútil. Su boca seguía afanada en mi clítoris y sus dedos comenzaron a buscar el primer orgasmo de la noche en mi vagina. Lamia mientras frotaba mis dedos en mi interior. Haciendo gestos de vaivén con sus dedos, inició algo que antes no había sentido. Era intenso, era rico y asolador. Mis caderas se aflojaron y se movieron por cuenta propia. Mordí la esfera de la mordaza apenas pudiendo contener todo lo que bullía en mi interior. Estaba caliente, urgida y a punto de tocar la cima. Sus dedos me estaban masacrando, sacudían mis labios vaginales con fuerza mientras con la otra mano golpeaba una y otra vez mi clítoris con sus manos. ¡Iba a morir! Me quedé inmóvil, un dolor seguido de un intenso placer se apoderó de mí y de todo mi vientre. Mi útero se contrajo un par de veces hasta que violentamente un chorro salió expulsado de entre mis piernas probablemente empapando el rostro de Alessandro por completo. Una lágrima cayó de mis ojos, una lágrima que era distinta a todas las que había derramado en toda mi vida. Aquella lágrima derramó placer, esa lágrima había reemplazado todas las otras derramadas. Nunca pensé que una lágrima podría ser producto de un placer que se escabullía de mi cuerpo sin poder hacer nada para retenerlo. Reí y luego otra volví a soltar otra lágrima queriendo solo una cosa, ser consumida totalmente por aquella sensación, aquel mundo que apenas comenzaba a conocer. Mis caderas se detuvieron sólo por unos segundos y mis piernas inconscientemente quisieron cerrarse pero Alessandro no lo permitió.

La teoría del amor Where stories live. Discover now