34.- Sí, son celos.

3.6K 334 118
                                    

Lía.

Cierro la puerta con lentitud mientras suspiro.

Admito que decirle estás palabras a Patrick me ha dolido más a mí que a él.

Cuando quedo en completo silencio y oscuridad dentro de mi casa, observo un punto invisible en la puerta de entrada.

«Esto es lo correcto, es lo que debo hacer, está bien, no debo arrepentirme.» Me repito una y otra vez.

Lucho con todas mis fuerzas para no volver abrir la puerta, o asomarme por la ventana para pedirle disculpas por lo que acabo de decirle.

Además ¿Por qué pedirle disculpas? Es solo la verdad, una verdad dicha bastante cruda y dolorosa, pero al fin y al cabo: Verdad.

Trago grueso para quitarme el abrigo y poder subir a mi habitación. Necesito estar en mi cama. Lo primero que hago es darme una ducha, para colocarme un pijama y acurrucarme lo más que pueda en mi cama. Mi cómoda y calentita cama.

Recuerdo que cuando estaba en el orfanato, cuando ya Liam había sido adoptado lo único que me hacía sentir un poco mejor era acurrucarme en las viejas y desgastadas sábanas de mi cama compartida. De ahí viene esta necesidad de acurrucarme en cama cuando algo anda mal, me siento un poco segura.

Miro al escritorio dónde está mi computadora. Justo a un lado está dentro de un jarroncito acompañada de varios lapiceros la rosa que me ha dado Patrick hace unos días para el día de San Valentín, donde tiene la L y P grabada. Me la ha dado con la promesa de que lo nuestro podría ser tan duradero como esa rosa de plástico sin saber mis intenciones.

¿Si se supone que esto es lo correcto por qué me siento tan mal?

Me acuesto boca arriba para poder frotar mi rostro e intentar dispersar todos estos pensamientos y sentimientos que están floreciendo dentro de mí.

A pesar de que mi mente va a mil por hora, no sé si por cansancio mental o físico, pero el sueño me gana.

A la mañana siguiente mis ánimos están por el piso, mientras que aparece de repente un nudo en el estómago que me impide comer algo de desayuno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la mañana siguiente mis ánimos están por el piso, mientras que aparece de repente un nudo en el estómago que me impide comer algo de desayuno. A pesar de los reclamos de mis padres no como mucho pero sí suficiente.

Anoche Patrick me llamó una sola vez, pero envío varios mensajes. Los cuales no contesté ninguno.

Paso buscando a Mike, pero no hablamos mucho antes de llegar a la escuela. Mi amigo baja primero del auto con la excusa de que necesita hacer unas cosas antes de clases, pero sé que lo ha hecho para dejarme sola un momento. Mi rostro de amargada en 4K no le ha pasado desapercibida.

Yo apago el motor, desabrocho el cinturón de seguridad para acto seguido recostar mi cabeza en el respaldar. Tengo que ver a Patrick en la escuela, va a querer hablar conmigo, él quiere una mejor explicación que todas esas palabras hirientes que le he dicho anoche, y tiene razón, pero no puedo dárselas, no sé cómo hacerlo.

Sabor Vainilla.✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora