Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Con la mirada fija en la bola de cristal neblinosa, golpeaste el cristal con las uñas, con la cabeza apoyada en la curva del codo mientras soltabas un suspiro de aburrimiento. A la espera de que comenzara la clase, hubo un murmullo de voces llenando la sala, la profesora aparentemente conversando con una entidad invisible mientras esperaba a que llegaran todos los estudiantes.
El aire estaba cargado de pereza, siendo esta clase una a la que no muchos acudían con una disposición entusiasta.
Aunque la adivinación te interesaba, sabías que era difícil de dominar, y si no eras hábil, era una práctica inútil. En la última lección, habías predicho una semana soleada por delante, solo para tener el día siguiente envuelto en nubes oscuras.
Sonreíste al ver el reflejo del chico en la pelota con la que jugabas, su expresión agravada cayó instantáneamente cuando levantaste la cabeza para saludarlo.
"Preví tu aproximación," sonrió, arqueando una ceja mientras empujaba el orbe de cristal.
"Entonces, debemos tener a la próxima gran vidente entre nosotros", bromeó, sentándose con un bufido. Se notaba por la tensión en su rostro que algo lo estaba carcomiendo.
"También veo ..." Cerraste los ojos, frotando tus sienes burlonamente, "Algo anda mal". Sirius se movió en su asiento, un ligero rubor cubría la parte superior de sus mejillas mientras luchaba por sostener tu ojo.
"Uh- traté de prepararme un medicamento para dormir", frunció los labios, negándose a continuar.
"¿Y?" Lo empujaste frunciendo el ceño. Esto no puede ser bueno. Sirius no era el mejor en pociones.
"Lo probé anoche. No lo hice bien. Ha habido algunos ... efectos secundarios".
Continuaste mirándolo, paciente por una respuesta, pero él no se movió.
"¿Necesitas ayuda, Sirius? Sea lo que sea, no te juzgaré."
Bajó la mirada a su regazo rápidamente, con las piernas cruzadas torpemente. Seguiste su línea de visión, tus ojos crecieron y divisaste la enorme carpa en sus pantalones. Ahogaste tu risa cuando la profesora se aclaró la garganta, sus manos levantadas dramáticamente por el silencio.
"¡Niños! Ha llegado el momento de someterse a lo más básico de la lectura futura. Abra las manos, un método está dentro". La profesora se sobresaltó, su lenguaje críptico casi desconcertante hasta el punto de ser hilarante. "¿Qué puedes usar, pero con un puño y tus ojos?"
