Había sido un bastardo en toda regla y por desgracia lo iba a seguir siendo.

Podían utilizarla en mi contra porque era mi talón de Aquiles. Si le daba un solo motivo a Heck que le hiciera pensar que no solo estaba pasando el rato con ella, la mataría o la mandaría a maldita jungla. Era lo único que podía hacer él para meterme de lleno en su sucio negocio. El año siguiente estaría fuera, ese había sido el trato.

No comprendía qué quería la madre de Stacy con Kira, pero justo cuando las vi chocar en el camino, a una junto a la otra, pensé en acercarme.

Las estaba viendo conversar animadamente en el cementerio, aunque Kira dijera que no era mi asunto, por supuesto que lo era, porque todo lo que tenía que ver con ella directamente tenía que ver conmigo.

La mujer parecía afligida, pero incluso así, intentó dibujar una sonrisa forzada al hablar. Tenía un aspecto afligido y cansado, que la hacían parecer una mujer por completo demacrada.

Si no lo resolvía, ella iba a meter la pata, por lo que decidí acercarme y caminar a paso ligero hacia donde se encontraban. Me quité mis gafas de sol y las deslicé por el bolsillo del traje que llevaba puesto. Mentalmente me maldije, porque odiaba lucir como un puto pingüino remilgado, pero aún así, no evidencié ningún atisbo de mi incomodidad.

—¿Todo bien, señora Torres? —le pregunté cuando estuve cerca.

Al notar mi presencia, esta me miró con un semblante serio e inflexible. Me estaba juzgando porque ella sabía en lo que andaba y claro, no era para menos. Esperaba algún sermón de su parte y un recordatorio de que a mi padre no le hubiese gustado en lo que me había convertido por culpa de mi tío.

Como si hubiera tenido opción.

—Oh, Aiden. No esperaba que vinieras, espero que a tu tío no le molestara —me respondió ella, sin mirarme a los ojos. Como si intentara desviar de mí sus emociones, parecía irremediablemente tranquila, con una calma ligera y casi confusa.

Kira me miró con el ceño fruncido, ya que estaba interrumpiendo su conversación y para ella ese momento era algo valioso. Tenía en el rostro esa expresión de: "oh no, lárgate, nadie te llamó".

Le devolví el gesto con un asentimiento de cabeza y me puse detrás de ella, rodeándole la cintura protectoramente con mi brazo, marcando una distancia clara desde donde se encontraba Miranda Torres a donde estábamos parados nosotros dos.

Eso servía para dos cosas, la primera era para decirle a Kira que iba a meter mis narices donde me diera la gana y la segunda era, para que Riven se diera cuenta que no me importaba ni madres el espectáculo que ellos dos me habían dado el fin de semana. Kira no toleraba ser tocada, pero el asunto conmigo era un poco diferente.

Ella no pareció rechazar mi toque, ya que colocó su mano sobre la mía y alzó la cabeza para mirar a Miranda.

—Oye, Kir, ¿entonces nos vamos ya? —pregunté dirigiéndome a Kira, porque estaba asfixiando y no quería dar un paso en falso que nos hundiera a los dos en un laberinto sin salida.

La señora Torres nos dio una sonrisa tensa, haciendo en su rostro un ademán cortés que solo sirvió para que el ambiente se sintiera aún más pesado de lo que ya estaba. Parecía algo incómoda por el apodo cariñoso con el que había llamado a la chica, pero en mi defensa había sido totalmente inconsciente.

Kira no respondió, en vez de eso fue la madre de Stacy quien dijo algo para romper el incómodo silencio que se había formado entre los tres:

—¿Ustedes siguen juntos? —Quise decirle que sí, pero en ese instante no me dio tiempo de responder, ya que segundos después esta misma estaba contestando a su pregunta—. Oh Dios, recuerdo cuando mi Stacy solía hablar de ustedes dos todo el tiempo, creo que estaba un poco celosa de su relación.

Mátame Sanamente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora