[4] Todas las llamadas falsas merecen el ahogo

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El Callao era para ellos muchas cosas; el surgir de un linaje y una tribu, la confusión de los problemas y la realización de ellos; era su encuentro, el mar y el ahogo; era regresar a enterrar al resto de familia que tuvo que irse; era el separarse, las miradas y la confusión. 

Aunque sin duda resaltaba mucho más, a una vista más joven, la gente destartalada y la gente que se construía; de gente que andaba por una alameda cercada de árboles de raíces gruesas y troncos chuecos, complicados de adorar. 

Una alameda ensangrentada y sucia, que emergía con flores y espinas de entre el barro... y se volvía a hundir. 

Un ciclo complejo, infinito; interrumpible.  

—Te extrañé —Noruega confiesa, mientras delinea el horizonte gris, evitando la mirada de ajena.  

—Yo no —se burlan entre dientes. 

—Qué chistoso —ríe sarcástico—. Deberíamos venir más seguido. Creí que lo habías olvidado. 

¿Olvidarlo cómo? Aquí se murió lo último que teníamos de cerebro.  

Salir había sido una indudable opción, el Puerto del Callao un camino que siguieron instintivamente. 

—No vas a olvidarlo, ¿no es así? —cuestiona Noruega, con una pequeña sonrisa, mientras se da la vuelta y enfrenta su mirada con atrevimiento. 

—No. 

—Me duele el cuello, ¿no puedes crecer un poco más? —Noruega se burló frente suyo y con descaro, usando una broma antigua que aún parecía molestar. 

—'Ja, ja'. Mira, me río, me muero de risa. Ya me la devolviste, ¿contento? 

Vas a tener que aguantarte un poco más —la respuesta es bastante seria, desde su propio punto de vista. Pero Perú solo ve a alguien intentando no reírse duramente—. ¿Por qué eres tan diminuto, decías? 

—Mido 1.73. Que a ti te salieran piernas no es asunto mío

Al final, Perú admite que su 'baja estatura' era culpa suya.  

—Tranquilo, quizás alcances mis dos metros dentro de unos... ¿Qué? ¿Cuarenta años? 

—Oh, ya cállate —exige Perú, porque enojar a Noruega con lo del Puerto de sus peores ideas—. Vámonos ya. Pronto será hora de cenar y mis hijos destruyen la casa cuando tienen hambre. 

—No te enojes demasiado. —Trota Noruega para alcanzarlo—. ¿Seguro que no quieres algo dulce? 

Consecuencia del tiempo, Perú se volvió para Noruega alguien de quien mucho se podía saber y aprender. Entonces, si no supiera que Perú disfrutaba de los postres, sería una decepción. 

Bien...acepta a regañadientes. 

Estar enojado no era excusa suficiente como para ir y decir "No" a algo que, definitivamente, disfrutaba. 

—No sé donde hay una pastelería —confiesa Noruega, sonriendo como todo un sinvergüenza. 

Perú le miró, achinando los ojos, rechazando la sonrisa que se le escapaba al otro con decepción y hastío, ambas cejas rectas, la cabeza negando lenta pero repetidas veces. 

Ah... —suspira Perú, que no puede superar a sus bajos instintos que le gritan frases con 'comer y 'gratis'—. Vamos; rápido, rápido, las cortinas son nuevas. 

C A M B I O S [TodosxPerú]Where stories live. Discover now