Capítulo 4

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Era improbable que estuviera allí. Desde hace cinco días, no se había asomado al gremio, muchos de sus nakamas estaban especulando sobre su paradero, incluso Gajeel llegó a inquietarse lo suficiente, como para ayudarlo en la búsqueda.

Gracias a su increíble olfato, consiguió saber dónde dirigirse.

Luego de mucho por fin estaba frente a la puerta del hogar de Lucy, inspiró resignado, puesto que luego de reiterados golpes en la puerta no recibió ninguna respuesta.

Nadie abriría, por ello Gray resolvió ingresar por la ventana, la melancolía por un instante le hizo desear ser recibido por la voz quejumbrosa de Lucy.

En cuanto su cuerpo estuvo en el dormitorio, se espantó al escuchar repentinamente la voz de Natsu.

—¿¡Lucy!? —gritó, divisando en diferentes direcciones. Happy se elevó extendiendo sus alas en las mismas condiciones.

Pero, Natsu se encontró con Gray, al comprender que fue una falsa alarma, refunfuño, decepcionado.

Hizo un ademán irritado y se echó sobre la cama.

—¿Qué haces acá, Gray? —inquirió.

Le lastimó el desprecio de su nakama. Tomó aire, para evitar decir algo que disgustara al mago de fuego.

—Quería verte —expresó.

Natsu volteó su rostro sin responder.

El mago de hielo intentó encontrar las palabras adecuadas, para transmitir su genuino arrepentimiento.

—Se que debí estar más atento —lamentó—. Aun no entiendo lo que realmente ocurrió —explicó sacudiendo su cabeza. Natsu suavizo sus facciones—. Se que no debí insistir en la misión sabiendo que ambos estaban pasando un momento difícil —cerró sus ojos queriendo librarse del ardor—. Lo lamento tanto, Natsu, no tengo palabras, perdón por no protegerla por ti.

Natsu, oprimió sus labios, si bien sentía recelo por la explicación de Gray, no podía odiarlo, se acercó a él, con una ligera sonrisa.

—Natsu...Gray —susurró Happy al borde de las lágrimas.

El mago de hielo supuso que un golpe por parte de Natsu era lo justo, pero a cambio recibió el peso de la mano sobre su hombro izquierdo.

—No es tu culpa —aseguró, aliviando la culpa de su amigo—. Si hubiera hablado con ella tal vez hubiera estado para Lucy —Gray intentó discrepar, pero su voz se perdió al ver a Natsu.

—Natsu... —susurró, afligido.

—Tengo miedo —confesó cerrando con fuerza sus ojos—. Si algo le pasó, no sé qué haría.

Gray lo detuvo y lo miró fijamente.

—Lucy aparecerá —afirmó.

Natsu asintió limpiando sus pequeñas lágrimas.

—¡Cierto! ¡Lucy es fuerte!

—¡Aye!

Gray se permitió por primera vez sonreír luego de una dura semana.

Con la esperanza brillando más que nunca entre días oscuros los tres salieron del hogar de Lucy dispuestos a encontrarla.

Tenían que hallarla. Porque ellos sabían que Lucy estaba viva y harían lo imposible para traerla de regreso.



En el momento en el que Lucy abrió sus ojos sintió un fuerte dolor de cabeza, acarició con una mano su frente, sin embargo, el dolor era tan molesto, que no tuvo más remedio que cerrar sus ojos en busca de un poco de alivio.

Al concebir que su cuerpo tenía las suficientes fuerzas acumuladas se levantó de golpe, apoyó su mano contra la pared entre gruñidos de dolor.

Lucy sacudió tenuemente su cabeza y observó la rústica habitación, ladeó la cabeza confundida. Creyó incluso que la puerta estaría con llave, pero extráñame se abrió con facilidad.

Si era prisionera, no concebía como estaba cuidada con tan poco esmero.

La rubia caminó cautelosamente por el largo pasillo sujetando con fuerza su látigo.

No encontraba a nadie.

Mientras avanzaba un vago ruido se intensificaba. Lucy se detuvo al final del largo pasillo, se topó con una escalera, que le permitió sumergirse en el extraño bullicio conformada de variadas voces en discusión.

Una mirada se posó en ella, luego unas cuantas más, en silencio, analizándola minuciosamente.

—¡Es la nueva! —vociferó, una joven de cabellera negra, fue la única que se movió para sujetar las manos de Lucy—. Mucho gusto, soy Kalia.

—¿Ah? —balbució, aturdida, comenzó a inspeccionar a todos, no eran muchos sujetos podía calcular unos veinte como máximo, aquel lugar parecía una extraña sala de reunión.

Lucy quiso apartarse, no obstante, alguien más se lo impidió tomando la misma actitud que Kalia.

—Mucho gusto, preciosa —los labios del joven acariciaron la mano de una estupefacta Lucy—. Soy Caelum —él le guiño el ojo, mostrando su mirada verde brillante.

—Es la maga de Fairy Tail —Lucy observó con recelo al mago con quien luchó anteriormente, él desordenó sus cabellos negros y suspiró enervado—. Ya deja eso. Por si no lo sabías estamos en problemas mayores.

—¿De qué estás hablando? —inquirió Lucy, cruzando sus brazos.

—Se refiere a que todos estamos en un grave problema —un muchacho rubio se ubicó frente a ella, Lucy visualizo sus ojos azules profundos—. Disculpa la brusquedad de Jun, era necesario tenerte tranquila.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

El rubio frunció el ceño.

—Una semana —respondió, indagando en la confundida cara de la recién llegada.

—¿Quiénes son ustedes? —quiso saber, no podía creer que estuviera una semana inconsciente, debía salir rápidamente, sus nakamas estarían muy preocupados.

El rubio le sonrió.

—Somos como tú —rápidamente extendió sus brazos—, somos prisioneros.

—¿Disculpa? —susurró, atemorizada.

—Ustedes dos durante su pelea cruzaron el campo que nos mantiene encerrados.

—¿Encerrados?

—Así es —asintió él—. Soy Eriol —se presentó sonriente.

Lucy recorrió el rostro de cada uno de los integrantes, había unos cuantos mayores y algunos jóvenes como ella. Llevo sus manos a su cabeza y se dejó caer sobre una silla, de repente una oleada calurosa irrumpió en su cuerpo.

¿Cómo saldría de ese lugar?


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