Trece

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Aaron

Las musas estaban rodeando a Calista que no dejaba de llorar. En toda mi vida había visto escenarios de todo tipo, muchos de ellos fueron tristes. Pero ver a esta madre, más precisamente la madre de Adara, llorando, era desgarrador.

Gisele acariciaba su espalda tratando de reconfortarla, pero ni todo el poder de la diosa podría con el corazón afligido de una madre devota.

Ella levantó su clara mirada para encontrarla con la mía. Hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera a una de las habitaciones que lindaba con el salón. Gisele le susurro algo a Calista, que ni siquiera escucho. Se puso en pie y fue a una de las habitaciones que utilizaban las musas para inspirar.
Cerró la puerta detrás de mí.

Ella suspiró, haciendo que imitara su gesto. Pase los dedos por mi cabello rojizo, cómo por décima vez en el último minuto.

— Nadie sabe dónde está.

Asentí, sabiendo que sería difícil dar con ambas. Porque, era obvio que Adara había ido en busca de Elena, que tenía en su poder a Grace y Walter.

Sentí la mano cálida y delgada de Gisele en mi hombro, dándome la caricia maternal que necesitaba en estos momentos.

— ¿Ella caló tan profundo en ti?

Su tono era suave, pero también lleno de intriga. Mire sus ojos claros, muy parecidos a los míos. Ella jamás se había enamorado, no había tenido un amante o incluso formado familia, ella era asquerosamente hermosa, pero había hecho un voto de castidad perpetua. Por eso mismo, ella no entendía como uno de nosotros, podía perderse en un mortal.
Gisele no los odiaba, pero directamente no comprendía la profundidad de las emociones, o cómo me sentía en estos momentos.

— Me siento como una mierda. — Murmuré sin apartar la mirada — Es ella, la que finalmente rompería con mi soledad. Adara es la persona destinada a ser mi otra mitad.

Ella parpadeó sorprendida.

— No sabía que sentías ese tipo de cosas por ella. Solo creí que era una cosa pasajera, ya sabes, tener a alguien por un 'X' tiempo.

Negué a su suposición.

— Le di el colgante giratorio.

Gisele se cubrió la boca por la impresión, aunque eso no impidió su jadeo de sorpresa. Tenía los ojos bien abiertos y bajo lentamente la mano que cubría su boca revelando una preciosa sonrisa.

— Realmente es ella...— dijo sonriendo y volvió a acariciarme el hombro — Vamos a encontrarla, te lo juro.

Realmente quería creerlo.
El Olimpo no podía castigarme de esa manera. Volver a perder a una persona amada, aunque con Adara, se multiplicaba por millones.

Esa mortal, virginal y con millones de complejos, había logrado capturar en sus delicadas manos al dios del sol.

— Solicité la ayuda del Olimpo entero.

Gisele arrugó levemente la frente, era entendible ese gesto. Yo no era un odioso, eso se lo dejaba a Izan y su madre. Pero había aprendido a no intervenir en los asuntos de los demás dioses, por lo tanto, cuando recibieron un pedido urgente de mi parte, una porción de ellos que simplemente se negó al saber que estaba involucrada Elena y una mortal.

Una deuda con Zeus (+16)Where stories live. Discover now