14: El de la sesión de fotos

4.4K 560 34
                                    

Cuando pisamos la oficina, está demasiado tranquila

Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.

Cuando pisamos la oficina, está demasiado tranquila. Violeta ha salido y, sin el estrés de tenerla por allí, el ambiente es mucho más ameno. Clara nos trae cafés a todos y Carlos y Manuel incluso nos cantan algunas canciones. No tenemos mucho trabajo, solo algunos proyectos pequeños a punto de acabar. Ojalá fuesen así todos los días.

A la hora de comer la calma se acaba. Llega el Yeti arrasando con todo, gritando y tirando papeles. Normalmente, cuando sale a comer con un cliente, siempre nos recibe con una de sus sonrisas falsas, pero esta vez sus labios forman una finísima línea: está enfadada. No me quiero ni imaginar la que se nos viene encima.

Recogemos todo rápidamente y nos sentamos en nuestros respectivos asientos para teclear sin descanso. Sin embargo, he acabado todas mis tareas y no tengo nada más que hacer, por lo que me meto en el blog de Love up para leer los comentarios de la gente.

—"Seguí el consejo que diste, ahora sé de quién no fiarme" —leo en voz alta uno de los comentarios y se me escapa una sonrisa—. "¿Son todos los tíos así? Espero que no."

Estoy acabando de redactar la respuesta a esta chica cuando veo que han posteado otro comentario.

—"Me gusta el italiano, ¿hubo beso al final?"

No, a ese no pienso responder. Después de la conversación de anoche con Enzo, lo último que quiero es pensar en lo que pasó entre nosotros. Porque sí, no me lo imaginé ni fue producto de ninguna pesadilla.

Tampoco me apetece pensar en citas, pero es lo que tengo que hacer si quiero acabar con esto. Y, por favor, que sea pronto. Es que no me cabe en la cabeza que pueda creer que saboteo mis citas, ¡¿cómo se atreve?! Es mi trabajo, nada más. No he venido aquí para enamorarme de nadie.

—¡ERIN! —grita Violeta desde su despacho y me levanto corriendo. Cada vez que grita mi nombre de esa manera, un oso polar muere.

—¿Qué pasa?

Me llevo a la mano al pecho para recuperar el aliento

—Vas a ir a la sesión de fotos esta tarde.

—Hay mucho trabajo por...

—No importa. —Me corta y se sienta en su silla acolchada. Me acerco a ella con la intención de convencerla—. Es tu proyecto y tienes que centrarte en él. Yo iré más tarde.

—¿No puede hacerlo otro? —pregunto, sentándome en la silla de en frente. Ella me hace un gesto de desaprobación y me levanto rápidamente. Sé que Enzo va a ir y no tengo ganas de verle—. Manuel estaba muy interesado.

—Vas a ir tú y no hay más que hablar.

Cuando coge la carpeta que tiene encima del escritorio sé que para ella la conversación ya ha acabado y que, diga lo que diga, no me va a escuchar.

Una vez en mi mesa, resignada, recojo mis cosas y Clara se acerca a mí, pensando que me han despedido. La explico la situación y me promete que cuando regrese a casa me hará la mejor lasaña que haya probado en mi vida, aunque sea para cenar. Me sube mucho los ánimos.

La fórmula perfecta © |COMPLETA|Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora