• CAPÍTULO 49 •

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—Confía en mi amiga, ella jamás te faltaría al respeto y siento que le estás dando muchas vueltas a todo esto. Ya tienes una familia, sé feliz con ella y olvídate de todo lo demás —sonríe.

—Se siente bonito que digas eso.

—No te pongas cursi por favor.

—¡Hablo en serio!—ríe—Estoy Feliz porque ya tengo hijos, una mujer que me ama, una madre que me apoya y una hermana que siempre estará para mi.
Quiero que sepas que aunque yo ya sea independiente, puedes contar conmigo para lo que quieras porque la familia se respalda ¿me escuchaste? Y tú eres de mi familia.

—Te dije que no te pusieras cursi.

—Lo único que sigo sin apoyar es tu relación con Ruggero. Tampoco me agrada tanto pero el que aguante tus chiflazones de tu vida de millonaria me hace pensar que tal vez está empezando a sentir algo por ti. Eso es ¿bueno?

—¿Ruggero sintiendo algo por mi?—río amargada—Es más fácil que yo empiece a sentir cosas por él...—Me muerdo el labio y maldigo a mis adentros porque mis malditos pensamientos me delataron y soltaron la lengua.

—¿Te está empezando a gustar... Ruggero? Karol, entiendo que sea una calentura porque así somos los Sevilla, pero, ¿Te gusta?

—No. Es más probable que me guste un chimpancé a que ese imbécil —Con chimpancé me refiero a mis amigos pero Hermes no sabe así que no se da cuenta.

—Menos mal. Pero bueno, ya es decisión tuya y si te empieza a gustar pues sólo me gustaría que me lo contaras. Tú y yo no tenemos secretos, ¿verdad hermana?

»Ay Zeus, ¿cómo le digo que mi vida es una total mentira y que le he ocultado muchas cosas?«

—Verdad.

—Bien, los demás niños no deben de tardar en llegar y...—desvía la vista. Su seguridad armada recorre los pasillos y no sé qué excusa les ha puesto a los demás padres porque su casa parece una prisión de lujo con tanta gente armada hasta los dientes—¿Crees que tengamos que pedir más comida?

—Es tarde, nadie te traerá.

—Nunca es tarde y nada está cerrado para mi.

—Que modesto.

—Oh, ya llegaron, iré a recibirlos.

—Suerte.

Veo que cuando los padres llegan con sus hijos, quieren presentarse y preguntarle cosas a Ruggero pero él es demasiado grosero que los ignora por estar hablando por teléfono.
Al final se fastidia por la insistencia de todos, y se dirige a mi.

—Cooper, no quiero que tus hombres arruinen mis cosas así que más te vale que me tengas respuestas ya mismo. Si, espero tu llamada, pero recuerda que odio esperar. —cuelga de mala gana.

—No tienes que ser tan groseros con los papás de los demás niños.

—Me hacían preguntas absurdas.

—¿Cómo cuál?

—Me preguntaron que dónde estaba Hermes y si estarían bien cuidados sus mocosos.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now