3. Prodigio (parte II)

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Nina deseó de pronto no haber acelerado el paso, porque Andreus se cernió sobre ella tan pronto como se adentró en el salón. Se detuvo rígida, aunque sin retroceder. Lo cierto era que aquel hombre la ponía un poco nerviosa. Sus antiguos compañeros y hermanos Illarghir habían sido condenados a muerte por incentivar ideas racistas contra los humanos. Había asistido junto a James a la ejecución, la única humana del grupo, y recordaba su mirada azulina desde el otro lado del claro, penetrante y pensativa. Por lo que hicieron sus compañeros se había vuelto recelosa hacia él.

Andreus acercó un dedo rociado en plata a su frente, frío como un témpano de hielo y tan cargado de magia que la parte más primitiva de su cerebro le gritó en advertencia. Ninguno de los dos esperó lo que sucedió a continuación. En cuanto rozó su piel hubo un estallido de luz que los lanzó a ambos hacia atrás. Nina apenas trastabilló, cayendo en brazos de James. Andreus, en cambio, terminó encajado contra la chimenea. El consejero se levantó con rapidez tras unos segundos de aturdimiento, en medio de una nube de polvo resultante de los trozos de piedra que había destruido con su impacto y el olor a quemado. No había fuego, pero el frente de la túnica del Illarghir estaba chamuscada y su piel enrojecida.

—Sí... sospecho que es magia —dijo en tono socarrón, quitándose la túnica para revelar el conjunto sencillo compuesto de una camisa y un pantalón suelto de lino que llevaba debajo. Sin la capucha puesta se podía apreciar las líneas que creaban florituras en su rostro de facciones delicadas, ascendiendo hasta el pelo rubio pálido.

—Pero yo soy humana y los humanos no hacen magia —susurró Nina, sintiendo la mirada expectante y asombrada de aquellos a los que también consideraba su familia sobre ella. Y no sabía interpretar lo que venía de James—, ¿verdad?

Buscó la respuesta en los seres sobrenaturales que la rodeaban y estos le devolvieron miradas ausentes, porque tampoco estaban seguros de lo que acababa de pasar.

—Prodigio... —La voz femenina vino del fondo, de una Illarghir. Nina buscó a Ellery con la mirada. Sabía que era ella y no Katya, la tercera y última consejera, porque Ellery rebosaba toda la autoridad que le faltaba a su hermana gemela.

La mujer avanzó más cerca, luciendo tan impresionante como siempre, con su corto pelo achocolatado atado en una trenza y unos ojos azulados desafiantes. Le caía bien a Nina, pese a que la animadversión que ella y Karen se profesaban la obligaba a elegir bando, y siempre apoyaría a la mujer que era como su segunda madre. Karen nunca se lo había confirmado, pero por la forma en que Gary actuaba como si quisiera huir cada vez que ambas se enfrentaban, sospechaba que él y Ellery habían tenido un idilio antes de que se conocieran.

—Los lobos no hacemos eso, así que no puede ser por... —Ellery se detuvo al ver la mirada de advertencia que James le lanzó—... nosotros. Tiene que salir de ti, así que hay magia en tu interior.

Aullido de resplandor [NO ESTÁ COMPLETA. Pausada hasta nuevo aviso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora