capitulo 13

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—¿Y cuántos niños quieren tener? —continúa su tía.

—No sé la cantidad, pero me encantaría que me den un nieto varón —mi papá tampoco es la excepción e intercede. Siempre ha dicho que quería un hijo hombre, claramente no lo tuvo.

—Para mí cuatro sería perfecto —dice Tobi.

Mi celular, que está sobre mi falda, vibra. Bajo la mirada hacia él, leo la pantalla encendida mientras los demás continúan murmurando sobre vidas ajenas. Alcanzo a distinguir que es un mensaje de Kellen.

—¿Dara? —mi novio vuelve a llamar mi atención. Lo observo, un tanto exaltada.

—Lo siento, ¿qué?

—La tía quiere saber cuántos hijos te gustaría tener.

—Ah, yo... No lo sé. Se me hace extraño anticipar tanto a futuro —respondo, sin pensar demasiado en lo que digo. Error. Debería haber dicho algo sobre Dios, así evitaba que todos en la mesa se me queden mirando como si fuera un bicho raro—. Lo siento, necesito usar el baño.

Subo las escaleras a paso rápido y me encierro en el baño, donde lo primero que hago es chequear el celular. Ya no hay un solo mensaje, son varios.

Kellen: ¿Quieres venir esta tarde? Podemos jugar videojuegos.

Kellen: Ese fue Levi. Me robó el teléfono.

Dara: ¿Cómo sé que no estás mintiendo?

Kellen: Yo te invitaría jugar otro tipo de juegos...

Sonrío como estúpida.

Dara: Dile a Levi que lo siento, no puedo ir a jugar con él.

Kellen: ¿Tampoco conmigo?

Dara: Por mucho que me encantaría, no.

Kellen: Te lo pierdes. Te veo mañana, bambi.

Al último, pone un pequeño corazón en color negro.

Aunque desearía ir, se hace imposible. Tobías y su familia se quedarán hasta el anochecer. Es costumbre pasar los domingos en <<familia>> y hacer cosas tales como cocinar, compartir comidas, hablar de asuntos, leer algún pasaje de la biblia, orar.

No tengo excusa creíble ni manera de librarme y eso, me entristece.

Dejo el baño. Cierro la puerta y, al voltear, me encuentro con Tobías, mirándome en silencio. Mi primera reacción, es ocultar el teléfono detrás de la espalda, tan rápido como es posible.

—¿Estás bien?

—Sí. Ya iba a bajar —trato de encaminarme hacia las escaleras, pero él me detiene, sujetándome por la muñeca.

—¿Qué pasa contigo, Dara? Me estás haciendo quedar mal con toda mi familia.

Bajo la mirada, sintiendo culpa.

—Perdón. Estaba distraída.

—Distraída con algo en tu celular —cuestiona e intenta agarrar el aparato que sostengo detrás.

Me aparto, impidiendo que lo haga.

—No. Es mi teléfono.

—¿Y? Somos una pareja a punto de casarse. No hay secretos entre nosotros. ¿O no recuerdas lo que dijo el superior?

Lo que diga el superior me importa una mierda, pienso.

—No hay secretos, Tobi. Bajemos, ¿está bien?

ImpurosWhere stories live. Discover now