Capítulo 24

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No había estado ahí antes para cuidarla, pero la mejor forma de hacerlo era lidiar con lo que había hecho y luego mantenerla lejos del desastre. Aunque solo parecía colisionar con los problemas cada vez que se acercaba a alguien.

Pero mierda, tendría problemas con dormir por la noche después de aceptar que la había cagado, y cagado en grande por lo que había sucedido con Luna en los vestidores.

Miré mi teléfono esperando señales de Riven. Sería solo cuestión de tiempo antes de que mi supuesto mejor amigo terminara abriendo su boca y delatando lo que creía saber. El error de Kira se reducía en confiar siempre en la persona equivocada, estábamos a mano; me jodía la paciencia verla besarse con él, pero no teníamos el tiempo para una escena de celos, nuestras necesidades se reducían en ese momento a sobrevivir y solo sobrevivir.

La necesitaba como una adicción que no podía manejar; esa es la cosa sobre el deseo. El pecador en ti quiere lo que no puedes tener.

Por eso cada que ibas a misa el sacerdote te repetía que no pecaras, pero tú, como el pobre y débil mundano que eras, siempre terminas recayendo entre los pecados de la carne, el placer y el sexo.

Éramos como los demonios. Para vivir necesitaban al pecado, solo que si dejaba de esconderme en las sombras, acabaría siendo un vestigio de mí mismo, perdería mi esencia y todo lo que me caracterizaba.

Ella era lo único que tenía. No sabía en qué mundo podrido del crack se encontraba mi madre, mi padre había muerto.

El hecho se resumía en que yo necesitaba a Kira; ella era más que una chica para mí, era lo que me recordaba que, a pesar de todo, aún era humano. Estaba aterrorizado de que si llegara a perderla de nuevo, me perdería a mí mismo, perdería todo lo que me mantenía conectado a la tierra y en un sano juicio nuevamente.

Ya había pasado una vez por toda esa mierda.

La había visto unos segundos antes de irse en su auto, sin vuelta atrás. No la había traído aquí porque quise, en realidad, solo necesitaba sacarla de la escena del crimen cuanto antes.

Si Heck no estaba lo suficientemente borracho o con una de sus resacas mañanera, seguro como la mierda de que ya estaba enterado de que su juguete favorito estaba siendo comida por las moscas, desde quién sabe cuándo. Tal vez ocho días según mis cálculos.

No era un imbécil como para saber de qué tenía a Kira en la mira.

Había seguido a Riven hasta ese lugar el fin de semana antes de nuestra cita, pero en vez de encontrarlo a él allí, había encontrado a una Kira en un estado de inconsciencia total.

Le había hecho prometer a una de sus compañeras de fraternidad que no le mencionaría una palabra de ello, porque estaba seguro de que no recordaría lo sucedido, siempre era así. A la mañana siguiente ella se despertaría pensando que nada sucedió y luego los recuerdos llegarían como una película.

Esa misma tarde, inspeccioné la escena porque no hubo rastro de Stacy. No había encontrado nada. Necesitaba una respuesta de Riven y la obtendría, pero para ello necesitaba persuadirlo.

Él no estaba de mi lado.

Cuando entré en la propiedad, me sorprendí al darme cuenta de que todo estaba bajo control, pensé que tal vez Riven aún no les había hecho llegar las noticias y me estaba dando la ventaja de ir primero.

Uno de los hermanos recién parchado se dirigió a mí cuando me vio. Era un hombre robusto y gordo, se veía mucho mayor que yo, pero no más intimidante.

Era demasiado normal que la fiesta no hubiese terminado, pero luego me maldije internamente por la escena.

Me observó retador, tenía toda esa vibra amenazante sobre él que aún así no lograba intimidarme.

Mátame Sanamente Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt