Capitulo 15: Toma lugar el valor

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— Precisamente..., hablar con alguien que no te conoce del todo a veces es más fácil que hacerlo con un amigo o familiar. — Sonrió extendiendo su mano — no quieres hacerlo, tienes aún mucha vida por delante.

— Se nota que no me conoces

— Déjame conocerte entonces.

Agarré su mano como si de un flotador se tratase. Era un total extraño pero aún así, algo había en aquel hombre que me hacía sentir segura. Me hizo subir a su coche prometiendo pasar por el mío en unas horas. No sabía si era correcto subir al coche de un extraño, pero muchas cosas en mi vida no eran correctas. El no dejaba de mirarme, pero su mirada no era libidinosa, más bien era paternal. Buscaba en mi rostro el de otra persona seguramente. No pasó mucho tiempo hasta que llegamos a una enorme casa a las afueras de la ciudad. Era una mansión rústica y acogedora. Diría que era demasiado grande solo para una persona. Pensé que mentía cuando dijo que no tenía esposa pero en efecto, no tenía esposa ni hijos. Todo dentro de aquella casa estaba perfectamente ordenado aunque un poco falto de vida. La presencia femenina en aquella casa era totalmente ausente. En cada detalle de la casa se podía ver el dinero que ese hombre poseía. Un enorme piano de cola blanco junto a una escalera doble con acabados en mármol y cortinas de más de tres metros que colgaban desde el techo hasta el suelo adornando un ventanal de ensueño. Mirando todo fascinada comenté.

— Es muy bonita la casa

— Gracias..., aunque creo que ella hubiera tenido mejor gusto.

— ¿Se refiere a su amor?

Asintió con la cabeza nostálgico

— Éramos muy jóvenes. Yo no tenía lo que tengo ahora. Más bien lo soñaba. Ella era de buena familia mientras yo era solo un empleado de la empresa de su familia. Ese fue nuestro único pecado; pertenecer a diferentes clases sociales.

— ¿Por qué no huyeron?

— No tenía ni un solo céntimo que ofrecerle. Luego ella murió y todo perdió sentido en mi vida por mucho tiempo.

Ofreciéndome una taza de café me invitó a sentarme en un hermoso jardín interior que oxigenaba todo aquel espacio abierto y sereno. Hablar con Damián era algo fuera de lo común. Hablaba con él y sentía que podía hacerlo sin reservarme nada. Le contaba todo lo que era mi vida mientras terminaba la taza de café. Si, era como una novela de horror que no acababa pero me ayudaba bastante el hablarlo con alguien. Damián me miró e hizo una pregunta que me dejó un tanto patidifusa.

— ¿Por qué no hablas con tu pareja todo lo que te preocupa y te atormenta? Así mismo como lo has hecho conmigo, puedes hacerlo con él y quizá muchas de las cosas que te atormentan se solucionen.

Era una pregunta que tenía una sola respuesta y era miedo. Tenía miedo de sincerarme con Alessandro y poder perderlo. Sincerarme sería decirle que tenía a su lado una bomba de tiempo la cual en cualquier momento estallaría. Mi amor por él era inmenso, pero también era un amor que podía dañar su imagen y reputación. Damián hablaba de ser una mujer más segura de mi misma, más fuerte, menos resignada. Según él veía en mi a esa mujer pero en cambio yo, solo veía la misma Alicia que cada vez valía menos.

— No tuve hijos, me hubiera encantado tenerlos; pero ya que eso no es posible. Al menos me gustaría servirle de ayuda a alguien como tú. Podrías ser perfectamente mi hija, créeme que si la hubiera tenido, le diría estas mismas palabras.

Terminando la taza de café apreté los dientes y algo resignada contesté.

— Suena bonito..., hasta poético. Eso de ser otra mujer, de ser segura de mi misma, de quererme más..., suena magnífico pero el problema es que no consigo sentir esa fortaleza interna.

La teoría del amor Where stories live. Discover now