34: El platillo inconcluso

Start from the beginning
                                    

Hubo un segundo de silencio, y luego de súbito la puerta se abrió de par en par.

—¿Me estás diciendo que...? —Amanda estaba incrédula, conteniendo como podía sus emociones.

—Sí. Estoy en la final.

La mujer lanzó un chillido de emoción y corrió a abrazarlo. En el proceso lo insultó, lo golpeó en el hombro y después le dio un beso en la mejilla. Así era Amanda, un torbellino de emociones que podía arrasar a cualquiera. Pero Tim lo extrañaba.

—Eres un imbécil —continuó diciendo—, pero maldita sea, estoy tan feliz por ti.

Y apretó los brazos en torno a su pecho, como si quisiera romperle las costillas.

—Amanda... ya... basta...

—Eres la peor dama de honor del mundo, Timothy.

—Lo sé... lo sé... —asintió Tim, ya sin aliento.

Por fin, Amanda se dio por satisfecha y lo soltó, justo antes de que su cara empezara a ponerse roja por la falta de oxígeno.

—Aww, sabía que se reconciliarían —Quentin apareció en el umbral, enternecido por la escena.

—No te hagas ilusiones, querido. Todavía quiero matarlo —contestó Amanda, dirigiéndole una mirada amenazadora a Tim.

—Tal vez podamos solucionarlo de una mejor forma —intervino entonces Debra.

Pasaron a la casa, sentándose en la cocina, y mientras Amanda abría una lata de ravioles que había traído Debra, Tim por fin supo cuál era el malvado plan para garantizar su redención.

—Se ven... interesantes —masculló, a falta de una mejor palabra, mientras miraba el contenido de la lata.

—No pueden ser tan malos, ella los comía seguido —lo animó Amanda, señalando a Debra con la cabeza.

—En realidad no, esta marca es la peor —admitió la otra mujer.

—¿Qué? —soltó Tim.

—¿Sabes algo, Debra? Antes me caías bien, pero ahora te adoro —dijo Amanda—. ¡Quentin, trae la cámara!

—¿Qué otra cosa crees que andaba haciendo? —respondió el hombre, apareciendo de inmediato con la videocámara en mano. 

—Uff, por eso es que te amo.

—Bueno... no puede ser tan malo —repuso Tim, tomando la cucharilla para probar el primer bocado.

Pero sí que fue malo. La textura de la pasta, el relleno insípido y la supuesta "salsa" que mejor ni se ponía a pensar con qué la habían hecho... Fue peor de lo que creyó que sería.

—Es asqueroso... —murmuró, conteniendo las arcadas. No quería vomitar y que quedara grabado para la posteridad.

—Oh, sí. Se ve del asco —concordó Amanda, regodeándose.

—¿Cuántos debo comer? —quiso saber Tim.

—Toda la lata —respondió su amiga.

—Amanda, por favor ten piedad —rogó él.

—Deja el drama, Timmy —repuso ella, rodando los ojos—. Vamos, sé hombrecito y termina la lata.

Tim escuchó a Debra intentando contener la risa, mientras él masticaba otro bocado de esa pasta chiclosa que se hacía llamar ravioles. Después del quinto se acostumbró al sabor, o mejor dicho, a la falta de él, y terminó la lata sin tener más arcadas ni rogar compasión.

Aceptó su castigo y no vaciló cuando Amanda le pidió que también se tomara el líquido grasoso de la salsa. Al fin y al cabo, nada hubiese sido demasiado difícil o asqueroso con tal de recuperar a su amiga.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Where stories live. Discover now