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Setenta y dos días desde el accidente.

Las mejillas de Hinata comenzaron a enrojecerse mientras se observaba en el espejo fijamente. Cubría su boca con una de sus manos, mientras su otra mano se encargaba de cierto problema allá abajo.

Era la llegada de su celo, y había olvidado avisarle a Kageyama sobre supresores, por lo que su única opción fue 'Ayudarse' después de haber llamado desesperado a su castaño amigo, quien aseguró que llegaría lo más rápido posible.
Tobio se encontraba probablemente en la biblioteca haciendo algún trabajo, después de una larga charla con el menor porque no estuviera todo el tiempo con él y viviese su vida, llegaron al acuerdo de que el azabache se tomaría de dos a cuatro horas libres para realizar sus trabajos y tomar un respiro.

Toc toc toc

— ¿Shōyō? — Hinata jadeó antes de subir sus pantalones y caminar a la puerta, abriendo la misma.

Se encontró de frente con Oikawa, quien le adentró al baño y cerró la puerta con seguro, llevándole al retrete, en donde le hizo sentarse.

— ¿Te sientes muy mal?

— No... No, solo... Algo acalorado. — Respondió el pelinaranja, sosteniéndose de los hombros de su amigo, quien llevó una mano a su frente, tomando su temperatura. — ¿Trajiste eso...?

— Por supuesto. — Tōru sacó de su bolsillo una inyección de un solo uso.

— Shōyō, Oikawa. ¿Qué haces ahí? — Ambos omegas se giraron hacia la puerta, la cual fue tocada un par de veces.

— Shōyō se sentía algo mal, estoy refrescándolo. — Habló el castaño.

— Abran. — Ordenó Kageyama, quien tras la puerta se encontraba algo curioso y preocupado por lo que sucedía con su pareja. — Shōyō abre la puerta.

— Solo tomará un par de minutos, Tobio-chan, espera afuera. — Pidió el mayor, sacando la inyección de su envoltorio.

— Hinata Shōyō, abre la puerta ahora mismo. — Oikawa maldijo al sentir al menor tensarse en su sitio. Tomó los hombros de Hinata y le mantuvo en su sitio mientras le observaba retorcerse bajo su agarre, buscando liberarse e ir a abrir la puerta, tal como el ojiazul mandó.

— No seas terco, Tobio-chan. — Se quejó Oikawa.

El castaño sintió como era empujado con fuerza, haciéndole caer sentado de trasero al suelo, mientras que Hinata caminaba a la puerta y quitaba el seguro. Tobio no tardó en entrar, mirando a su pareja.
Oikawa jadeó con terror, y corrió hacia ambos, alejando a Shōyō del azabache.

— Sal de aquí, Tobio-chan, el pequeño Shōyō necesita medicarse. — Kageyama sintió una vena resaltarse en su cuello mientras apretaba sus puños con fuerza.

Deseaba girarse, e irse, pero algo le mantenía allí, como si sus pies estuviesen pegados al suelo. Notó cómo Shōyō intentaba soltarse de Oikawa para correr a sus brazos, y el ojiazul estaba más que seguro de que esa necesidad no era más que su naturaleza obligándole a procrear, como un animal, pero no era Shōyō quien lo deseaba.
Tobio se giró y salió dando un portazo, mientras iba a la cocina, él también necesitaba refrescarse o terminaría volviendo y arrancando a Shōyō de los brazos de su amigo. No quería saber lo que sería capaz de hacer si ambos perdían el control.

Tōru finalmente logró colocarle la inyección al menor, el efecto sería más rápido que las pastillas, por lo que en unos pocos minutos Hinata se encontraba ya sentado en el suelo, relajado, con sus ojos cerrados.

— ¿Te sientes mejor? — El pelinaranja asintió. — Perfecto, no sé qué hubiera hecho si ustedes dos terminaban en la cama. — Oikawa sintió un escalofrío. — En fin, dúchate, eso te ayudará bastante.

𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora