8

121 38 133
                                    

Dilailah Gin

Todo iba sobre ruedas, aunque no supe nada acerca de Sasha y ella tampoco me llamó para saber siquiera si estaba bien, no me importaba mucho. La tarde de compras con ella estuvo muy bien, y sé que lo que dijo lo sentía de verdad, se le notaba en la mirada.

Termino de tomarme el desayuno y voy directa al taxi. Si, mi tía ya trabajaba, pero yo prefería coger un taxi que tener que aguantar un autobús lleno de hormonas por los aires. Cuando llego a clase vi a Zac y Sasha hablando, aunque se me ha hecho extraño, no me preocupo. Zac me sonríe y Sasha me saluda con la mano.

Por una vez en la vida sentía que el mundo me sonreía, que los astros se alineaban y que había un poco de luz en mi querido largo y oscuro túnel. Me aferré tanto en mi pasado que nunca pude escapar por más que quise, hasta que la suerte se puso de mi lado haciendo que me tocará a mi hacer el trabajo con Zac. Él me ha hecho ver que con la compañía perfecta, de todo se puede salir. Solo por personas como él merecía la pena darle una oportunidad a la vida.

—¿Gin?

La voz de Zac me saca de mis pensamientos.

—Perdón, ¿qué decías?— Él se ríe.

—Te decía que me gustaría llevarte a un sitio esta tarde.

Yo sonrío para mis adentros. Me encantaba pasar tiempo con él. Aunque no se lo demostraba, lo sabía seguro. Cada lugar al que me llevaba tenía algo mágico, no sé si era por el hecho del sitio o por el hecho de con quien lo compartía.

—Mmmm... no creo que pueda.— Le digo vacilona.

—Pero si quieres.— Contesta el guiñándome. Yo le miro intentando disimular la sonrisa que me había dibujado en mí.

—A las seis estoy en tu casa.

—Para mi desgracia.— Respondo poniendo los ojos en blanco.

Al escucharme y ver la cara que pongo, me coge de la cabeza y me despeina. Yo lo intento coger del brazo para que pare.

Antes de cruzar la puerta principal del instituto para irme a casa una voz aguda me llama.

—Dilailah, ¿quieres quedar?— Es Sasha, en realidad no puede ser nadie más puesto que solo me hablaba con Zac y Sasha. La miro cabizbaja y ella al segundo lo capta.—A vale, tranquila ¿has quedado con Zac verdad?—Al preguntarme eso su tono sonaba como si estuviera resentida.

—Si.

Ella respiro hondo y se va. Yo la miro arrugando la nariz, que mosca le ha picado, ni siquiera se habían hablado, bueno si, esta mañana. Pero bueno, la ignoro y me voy a casa para prepararme, porque sí, estoy más ilusionada de lo que quiero admitir.

—¡Anne, hola!— Me dirijo hacia ella y le doy un beso en la frente, ella me mira extrañada, pero sonriente.

—Qué feliz estas.— Dice Anne esbozando una sonrisa.

—He quedado con Zac.— Le digo intentando mostrarme indiferente.

—Ahora lo entiendo todo.— Contesta Anne pícara. Yo me giro para que no vea lo colorada que me he puesto. Ella solo se ríe carcajadas.

Cuando termino de comer subo rápido a mi habitación, necesito inspeccionar mi armario y ver que tengo más cosas a parte de chándales y sudaderas anchas. Estuve rebuscando por un largo tiempo hasta que encontré el atuendo perfecto. Una falda negra estilo tenista, una camisa blanca, encima de esta una sudadera negra de cuello redondo y mis queridas bambas blancas. Nada más probármelo me fui al baño a verme. Me empiezo a reír tapándome la cara. No parezco yo, era demasiado arreglado para mí, aunque sigo manteniendo esa esencia que tengo al vestir.

Lienzo blancoWhere stories live. Discover now