14: Solo será una cena

Začít od začátku
                                    

―Ya basta. ¿Ahora entiendes mi reacción? ―preguntó él, con las mejillas encendidas al recordar lo que había hecho.

―Y Quentin no me dijo nada, ese bastardo desleal...

―Amanda...

―Mmm, ya lo vi todo. El pequeño Timmy está enamorado ―bromeó su amiga, con una sonrisa pícara.

―Amanda...

―No te culpo, Debra es hermosa. Y está gordibuena.

―¿Gordiqué?

―Gordibuena. Tú sabes, tiene curvas y volumen donde tiene que haber curvas y volumen. No te hagas el que no lo ha notado.

―Amanda, por favor...

―Bien, ya en serio. Tienes que hablar con ella, Tim ―sentenció su amiga―. No puedes volver a verla y fingir que nada pasó.

-Pues...

―¡No! No puedes hacer eso. Malditos hombres... ―masculló Amanda―. Compórtate como un adulto y salúdala.

―Pero yo...

―Si no lo haces tú yo lo haré, hablo en serio.

―¿Tim, Amanda?

A Tim se le heló la sangre al escuchar la voz tras él. Si antes estaba sonrojado, ahora estaba seguro de que era un maldito tomate.

Debra se veía distinta, algo en ella había cambiado, aunque fuera difícil de percibir. Lo miraba con extrañeza, sosteniendo unos lápices y libros de texto, probablemente para su hija.

―¡Debra! ¡Qué sorpresa, cariño! ―reaccionó Amanda, levantándose del suelo para saludarla.

―¿Qué hacían ahí abajo? ―preguntó Debra, divertida.

―Pues... buscamos materiales para mis invitaciones ―Y acto seguido, Amanda le mostró su anillo de compromiso.

Tim agradeció profundamente el ingenio de su amiga y el fanatismo de las mujeres por las bodas, pues le dio suficiente tiempo para recomponerse y enfrentar a Debra sin parecer un idiota.

―Entonces supongo que pondré una invitación a nombre de Debra Schultz, ¿eh? ―continuó Amanda después de varios minutos de parloteo en el que Tim fue completamente ignorado.

―En realidad... ya no soy Debra Schultz ―dijo su interlocutora.

―¿De qué hablas?

―Ahora mi nombre es Debra Evans otra vez. Me... divorcié hace unos días.

―¿En serio? ―masculló Tim, casi atragantándose de la sorpresa.

Un segundo después se dio cuenta de que eso había sido su primera frase desde que Debra apareció.

―Se dice hola primero, profesor ―respondió ella, sonriéndole.

―Sí, perdón, yo...

―Discúlpalo, Debra. No sabe comportarse cuando sale de su cueva ―bromeó Amanda.

―Hola, Debra ―la saludó él, ignorando el comentario de su amiga―. Me alegra saber que ya no estás vinculada con ese... individuo.

―A mí también. No sabes cuánto ―respondió ella.

Y se notaba. Ahora Debra sonreía con más seguridad, con más franqueza, e irradiaba una energía que nunca había tenido. Eso era lo diferente en ella. Se veía feliz.

―¿Saben qué? ¡Esto hay que celebrarlo! ―intervino Amanda.

―Lo siento, pero yo... ―intentó negarse Debra.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Kde žijí příběhy. Začni objevovat