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Nueva York, una semana después.
Apenas el avión aterrizó, la emoción recorría cada centímetro de tu cuerpo. Nunca habías salido del país, por eso compraste una cámara instantánea con muchos rollos de reserva pues en el celular no tenían la misma importancia según tú pensar.
El dueño del avión privado, sonrió para sí mismo cuando te miró casi pegar un grito mientras pegabas un poco la frente en la ventana.
"Espera ver el paisaje en la noche."
Los asientos individuales estaban encontrados, por lo que volteaste tu rostro al frente y sonreíste. "Es muy hermoso; la nieve cubre la mayoría de las calles."
"Señor, es hora de abrocharse los cinturones." Henkken era como un Happy Hogan de la película de Iron Man, un hombre que era confidente de Kento Nanami y al mismo tiempo su trabajador.
Básicamente te sentías como Pepper Pots antes de salir con tu jefe. No era que querías salir con tu jefe.
"Gracias, Hen." Nanami agacha un poco la cabeza y bebe de su copa de vino tinto para volverse a ti. "(T/N)," lo miras y te enderezas. "Dime la agenda de hoy."
Desde la semana pasada, te sentiste más apegada a tu jefe. Aparte de agendar citas con otros socios, con patrocinadores y demás, tomaste las riendas del control de su vida; aclarando que no era algo severo y mucho menos tan personal.
"Aterrizamos a las dos de la tarde con quince minutos, llegamos a Manhattan a las cuatro de la tarde, tiene una hora para comer antes de comenzar a arreglarse para la cita con el señor Creek que empieza a las seis y termina a las ocho de la noche." Dices leyendo tu pequeña agenda y la cierras. "Después puede darse un tiempo para sí mismo. En el hotel reservé un masaje completo con su vino de preferencia y el chef se ofreció a dedicarle el tiempo que usted quiera para hacerle diferentes entradas y salidas de comida como cena."
Nanami abrió la boca para decir algo por la impresión que tenía sobre tus nuevas habilidades como asistente personal.
Seis meses atrás.
"Nanami," Gojo no dejaba de seguir a Nanami por todo el edificio. "Me tratas como si fuera tu trabajador y no me pagas. Consíguete a alguien que se dedique a atenderte, no yo. Es más, deberías de casarte."
"Estoy ocupado, Satoru." Nanami dice en casi un gruñido.
Había tenido un mal día desde que despertó. Se había duchado con agua helada y para variar, sentía un gran resfriado llegar por su nariz enrojecida.
